Pacino se ríe de sí mismo
La decadencia de un viejo actor es la propuesta de este nuevo film del director de Rain Man y Buenos días, Vietnam.
Al Pacino fue una de las estrellas que parpadearon en la última Mostra de Venecia. Como otros famosos actores, está dedicado a sacar partido de su edad, a mostrar sin tapujos las penurias de quienes han entrado en la tercera etapa de su vida y se sienten con fuerzas para seguir en la lucha, o quieren corregir errores del pasado, o incluso encarar nuevos proyectos. Y esto ocurre en la realidad y en la ficción. Lo vemos también en otro film suyo que estuvo hace poco en cartelera, Directo al corazón.
En este caso, se trata de una historia de redención, con su excelente composición de un hombre en espiral decadente. Actor shakesperiano, el personaje se encuentra muy cercano a la persona del propio Pacino (sabemos de su trayectoria e interés por los clásicos, él mismo dirigió un documental sobre Ricardo III y otro sobre Oscar Wilde).
Después de atravesar un bloqueo actoral, se refugia en soledad en su casa del interior, adonde llega a buscarlo la hija de unos amigos (Greta Gerwig). Muy joven y sexualmente confundida, ella establece con él una relación que resultará complicada para ambos.
Basada en la novela La humillación, del gran Philip Roth, esta nueva película del director Barry Levinson (Rain Man, Buenos días, Vietnam) se permite libertades con la historia, le imprime humor, y Pacino le otorga patetismo a ese personaje de actor teatral en crisis que se va descomponiendo física y mentalmente (son muchos los films que abordan este tema).
Aunque nunca alcanza la genialidad de la novela -y en eso conspiran varias subtramas nunca bien resueltas-, el film encara también un aspecto tan común a los actores: el cruce entre fantasía y realidad, la dificultad de discernir entre ambos, no saber si lo que les sucede es vida real u obra teatral, que viven y actúan a la vez, donde la vida imita al arte y es común fantasear con la idea del suicidio, etc. (la comparación con Birdman resulta muy cercana).
Greta Gerwig en el papel de la joven, un rol complejo y contradictorio, y la estupenda Diane Wiest como su madre y vieja amiga del actor, acompañan al protagonista en esta parodia de sí mismo, en un film íntimo, farsesco, por momentos ridículo, en el cual Pacino se ríe de su propia decadencia.