Si cree que se trata de una película sobre la nueva oportunidad de alguien que se enfrenta a la vejez, es cierto. Pero también es cierto que el film tiene como protagonistas a un experto en Shakespeare llamado Al Pacino y a un director sensibilísimo (no siempre bueno, pero siempre sensible al medio tono) llamado Barry Levinson. Y que entonces el film se hace terso, agradable y emotivo sin caer nunca en el golpe bajo convencional.