Aunque The Humbling parte de una premisa muy similar a la oscarizada Birdman -el ocaso actoral de una gran figura-, el resultado es completamente diferente. Pero mientras que el film de Iñárritu toma esa línea de juego para saldarse con una mordaz crítica al mundo del espectáculo, la última película de Barry Levinson ahonda en la parte más humana del conflicto, con un protagonista en pleno estado demencial al que el telón se le está bajando poco a poco frente a sus narices.
A medio camino entre el drama y la comedia, el tono tragicómico de The Humbling refleja el interior de la mente del avejentado Simon Axler, con todos sus recovecos internos, sus pensamientos, sus logros y demás. El espectador es los ojos de este potente actor interpretado con eficacia por Al Pacino, siguiendo sus pasos y enfrentando a una maraña de personajes secundarios, todos con su pasado a cuestas. Hay un interés agridulce por ellos, por delinearlos y ponerlos en contraste para con Simon, pero si bien hay potencial en cada historia, la fuerza de la trama va diluyendo a todos y cada uno de ellos. La lesbiana lanzada de Greta Gerwig, la poco utilizada profesora universitaria de Kyra Sedgwick, la pasivo-agresiva paciente de Nina Arianda, todos son personajes con inusuales historias de vida, pero poco y nada tienen que hacer cuando el hilo narrativo es tan confuso y trunco como la mente del protagonista.
Pacino, como Robert De Niro, ha ido eligiendo proyectos que no le hacían justicia al talento actoral que posee, pero en The Humbling constituye la principal razón para ver dicha película. Es un gusto poder encontrarlo nuevamente frente a un desafío como éste -y hasta podría decirse con una pizca de autobiografía también- y solo sostiene un armatoste que por sí mismo se caería a pedazos. Un film hecho para Pacino donde demuestra que no se ha olvidado de lo grande que ha sido. Curiosa e interesante de a ratos, pero no apta para un gran público