Es muy fácil trazar paralelos entre Un nuevo despertar y Birdman (2015), ambas tratan sobre un actor entrado en años que busca reinventarse a través de una obra de teatro.
Ambas abordan el éxito, la fama, las relaciones familiares y la debacle. La diferencia es que una ganó el Oscar y otra pasó desapercibida.
La galardonada película de Alejandro González Iñárritu tiene un planteo más dinámico, novedoso y hasta vertiginoso en cambio en este estreno todo es plano.
El mayor problema no es la historia sino el cómo está contada porque aburre mucho.
No cabe duda que la interpretación de Al Pacino es formidable y es en él donde se encuentra el sostén de toda la película pero lamentablemente no alcanza.
Además hay ciertas cuestiones que uno puede ir imaginándose cómo se darán, sobre todo en su relación con el personaje interpretado por Greta Gerwig, y cuando eso sucede no está bueno.
Entre ellos hay buena química y el resto del elenco está bien, pero todos viran en un guión con rumbo errático.
Un rumbo que parece extrapolado de la filmografía de su director, Barry Levinson, quien ha dirigido grandes films tales como Buenos días Vietnam (1987), Rain Man (1988) o Sleepers (1996), y paparruchadas tales como La esfera (1998) o Bandidos (2001). Está película se encuentra en el medio.
Un nuevo despertar es un drama para pasar el rato y no más que eso, pero hay que tener en cuenta que puede aburrir mucho.