Ya no es lo que era
Al Pacino interpreta a Simon Axler, un viejo actor que supo conocer la gloria, pero de quien ahora ya nadie recuerda sus películas, motivo por el cual ha decidido dedicarse al teatro, donde tampoco le va demasiado bien.
Luego de un pequeño accidente laboral decide retirarse y se recluye en su casa. La soledad, el encierro y la falta de buenos proyectos son un combo explosivo que lo terminan llevando a una breve internación, luego de la cual continúa su terapia por internet, ayudado por algunas pastillas.
Encerrado en su casa y tratando de ver qué hace con su vida, una serie de extraños personajes lo visitan; entre enojos, alucinaciones, y algunos gritos, lo real y lo irreal se mezclan, mientras Simon trata de reconstruir su vida y lo que queda de su carrera, apoyándose en esos personajes, que tal vez no sean reales.
El actor mayor venido a menos y otras cuantas similitudes, hace que al ver esta película enseguida se nos venga a la mente "Birdman", la gran película de González Iñárritu. Pero aquí las cosas no son tan buenas, esa ida y vuelta que Al Pacino recorre entre realidad y ficción parece no llevar a su personaje a ninguna parte y confunde al espectador.
Salvo alguna que otra escena graciosa, algunos diálogos cínicos y alguna que otra ironía hacia el mundo del espectáculo, la película no tiene mucho que ofrecer.
A pesar de la buena dirección y del buen trabajo de la mayoría de sus actores, Pacino esta lejos de sus mejores interpretaciones y Barry Levinson lejos de sus mejores películas.
Aunque recorre la vida de un actor, el mundo del teatro y las complicaciones de una carrera cinematográfica, si la historia pretendía ser una interesante reflexión sobre el mundo de la actuación, no lo ha logrado.