Con un título como Un papá singular (Brad’s Status, 2017) y una actor como Ben Stiller encabezando el protagónico es muy posible que una comedia sea lo primero que se te venga a la cabeza. Error.
Sorprendentemente en esta oportunidad vemos al actor en un rol dramático con pequeños y sutiles tintes cómicos que rompen un poco el hielo. Dirigida por Mike White (Pitch Perfect 3), la película se anima a corromper el rol de padre típico americano, mostrando su lado más humano y miserable como figura paterna y hombre.
Brad (Stiller) vive en Sacramento, está casado con Melanie (Jenna Fischer), tiene un hijo llamado Troy (Austin Abrams) y una vida ordenada como jefe de una pequeña empresa que provee asistencia para las ONG que buscan recaudar fondos. Pero todo parece nada cuando compara su vida con el éxito que obtuvieron sus antiguos amigos de la universidad. Mientras acompaña a su hijo a buscar universidades a San Francisco, su mundo ordenado y tranquilo se entremezcla con la vida agitada que llevan sus pares del pasado y la juventud actual.
El mundo post 40 suele verse representado como una etapa donde las mayores frustraciones de la vida salen a la luz y lo que podría verse un tanto cliché tiene giros interesantes que permiten al personaje de Stiller incluso plantearse qué pasaría si su hijo tiene éxito en su carrera, es decir, ¿podría sentir celos de su propio hijo? Es una pregunta por demás interesante y que al protagonista y a cualquier padre le aterra. Visualiza el empuje de la juventud a punto de graduarse como el puntapié que el ser humano debería conservar toda su vida, pese a las tentaciones que la fama y el dinero pueden ofrecer. Pero la felicidad no transita necesariamente por estas dos últimas cosas.
Ben Stiller hace un rol correcto en un papel que no requiere de grandes esfuerzos, lo mismo Austin Abrams. Y si bien la película lleva un ritmo que no llega a aburrir, algunos tramos pueden volverse más lentos. Sin dudas la premisa con la que tiene que ir el espectador es que la mayores revelaciones del film las hace el mismo protagonista con su voz interior. Un guión interesante pero que no plantea una montaña rusa de emociones, es más bien de las que te puede dejar pensando un rato.