El limbo adolescente.
Lisa (Abigail Breslin) es una adolescente de 1985 que vive el mismo día junto a su familia una y otra vez dentro de su casa. No importa lo que haga, al día siguiente despertará para volver a vivir lo mismo ad infinitum. Pero sospecha algo, y sus inquietudes la llevan a descubrir que en realidad ella y su familia están muertos, en una suerte de limbo hogareño, y han sido víctimas del espíritu de un asesino en serie que supo ser dueño de la casa décadas atrás. Lisa descubre que puede contactarse con los espíritus de otras jovenes asesinadas antes que ella, cuyas almas aún descansan sin paz atrapadas en la casa.
Al encontrarse la familia confinada a una eternidad no del todo asumida, el film se vuelve un relato bastante claustrofóbico. El director Vincenzo Natali es definitivamente un hombre que sabe sobre estas cuestiones, para mayor información siempre podemos remitirnos a algunos de sus trabajos previos como El Cubo (Cube, 1997) y Splice (2009), donde también contamos con personajes diametralmente opuestos y vemos sus diversas reacciones cuando se los expone a situaciones extremas que escapan a su comprensión.
Si bien la historia parece tomarse un tiempo más que prudente en arrancar, cuando lo hace logra atraparnos de forma bastante efectiva, aumentando la intriga respecto de si aquello que se nos expone forma parte del presente, el pasado o el futuro, y si se trata de gente viva, gente muerta o espíritus con asuntos pendientes. Breslin se pone la película al hombro. Pero a pesar de haber dado muestras claras de su talento en otros géneros, en esta propuesta de terror sobrenatural se la nota un poco "limitada" por el guión y tal vez la dirección: se la percibe encasillada en el rol de adolescente a la que todo la altera y la pone al borde de la crisis nerviosa (como las sucesivas puertas que se cierran solas, las extrañas figuras debajo de las sábanas, los pasos chirriantes que se acercan, y el resto de los archi conocidos tropos del género).
Teniendo en cuenta que es una pequeña producción canadiense que se filmó en apenas 25 días, son más las cosas positivas a resaltar -como un correcto diseño de arte y fotografìa, junto a un elenco que cumple- que las negativas, que terminan siendo en última instancia las mismas que se le recriminan a otras producciones del género provenientes de los grandes estudios y con mayor prespuesto. Así que aquí no hay nada de qué avergonzarse para Natali y su equipo. Estamos ante un intento más que valedero de tomar la típica historia de fantasmas, aunque sazonada con elementos de dimensiones temporales paralelas y asesinos en serie.