Fantasma protector
Un pasado infernal es un filme de terror con buenos climas que se excede con la complejidad de sus tramas.
En la década y media que transcurrió desde el estreno de El cubo hasta el de Un pasado infernal, el director Vincenzo Natali (apellido italiano, documento estadounidense) pasó de ser una gran promesa del cine a un engranaje más de la industria audiovisual.
Sin embargo, el gusto por las tramas complejas no lo abandonó. Y la verdad es que hay más de una conexión entre aquel enigma geométrico de varias dimensiones y esta actual película de fantasmas perdidos en una especie de laberinto temporal.
El problema con los argumentos que tienen la forma de un acertijo es que en algún momento hay que encontrarles una solución y el tamaño de la decepción suele ser inversamente proporcional al misterio planteado.
Un pasado infernal se desarrolla en realidad en un presente absoluto. Una familia que vive en un limbo temporal, una y otra vez en el mismo día de 1985, justo en la víspera del décimosexto cumpleaños de Lisa (Abigail Breslin). Es esta adolescente la que comprende que la eterna repetición significa que su madre, su padre, su hermanito y ella están muertos.
Al revés de lo que ocurría en Sexto sentido o en Los otros, por ejemplo, aquí el punto de vista de los fantasmas no es el secreto mejor guardado de la trama sino un componente dramático más. Se lo expone desde el principio, porque Natali es un especialista en complicaciones argumentales y les tiene reservado más de un giro inesperado a sus personajes y a sus espectadores.
Si bien todas las piezas del rompecabezas encajan tarde o temprano en una figura completa, es difícil generar empatía con una adolescente muerta que se sabe muerta y que por lo tanto es inmune a cualquier peligro. Además, aquella maravillosa nena que era Abigail Breslin en Pequeña Miss Sunshine se ha convertido en una adolescente que no distingue muy bien entre actuar y poner caras. Un defecto que vaya saber por qué razón se contagia a todo el elenco.
Esa distancia emocional entre la protagonista y su destino se acorta un poco, sólo un poco, cuando esta entiende que debe luchar contra la maldición de la casa donde están encerrados para conseguir la paz de las víctimas pasadas y salvar a las víctimas futuras. En esas peripecias temporales hay más suspenso que terror, y el escaso terror aparece vinculado a situaciones y escenas que no se condicen con la sutileza del argumento.
No obstante, en la maquinaria de repetición que es la industria del terror, Un pasado infernal ofrece un interesante repertorio de novedades y una idea griega clásica de la muerte (o de las almas en pena) cuyas posibilidades aún no fueron muy exploradas en el cine.