Haunter llega a fines de 2014 a las pantallas argentinas, para ir cerrando un año que no le hizo nada bien al género del terror. Hubo un bastardeo absoluto con respecto a las propuestas que llegaron a las salas y hasta la muy esperada Annabelle decepcionó, aunque siga recaudando dinero cada semana que pasa. Para ser más específicos, no recuerdo en cartelera un estreno de género que sea digno, con la excepción de Oculos, y hasta ahí llegamos.
Luego de la sugerente Splice, el canadiense Vincenzo Natali -al que muchos recordarán por ese clásico del '97 llamado Cube- se propuso contar esta suerte de Groundhog Day onírico y tenebroso, en donde una adolescente está atrapada con su familia en el mismo día, fruto de un crimen inexplicable allá lejos y hace tiempo. Descubrir por qué repiten el mismo día es una de las mayores incógnitas del guión de Brian King, un misterio a resolver que atrae al comienzo pero que se enmaraña cada vez más con el incurrir de nuevos artificios de la trama.
Abigail Breslin, lejos ya de su memorable Little Miss Sunshine, tiene ese atractivo adolescente a medio camino entre la frustración y el pavor que encaja perfecto en su papel, pero que no resulta creíble en sus primeros momentos y luego va arrastrando el peso de la propia historia, con un talante cansino y agotado. No es algo que le haya sucedido el año pasado en la frenética The Call, donde encarnaba a otra adolescente en peligro con mayor convicción, pero para los propósitos de la historia, funciona.
Hay muchos momentos en donde Haunter se propone escapar de sus propias falencias y ahí es donde recae la belleza de su trama. El haber cambiado la rutina tergiversa ese mismo día y diferentes variables comienzan a aparecer, y es donde el villano del genial Stephen McHattie se hace presente. Es una pena que las motivaciones detrás del antagonista sean tan etéreas como la niebla persistente que rodea la casa de Lisa y su familia, y que su plan final no sea tan maquiavélico como uno lo hubiese esperado. Todo lo bueno que haya ido construyendo la película se pierde entre el segundo y el tercer acto, donde la arbitrariedad del guión conduce a una conclusión demasiado sentida.
Haunter no es una película mala, pero el haber comenzado de una manera extraña y terminar de una demasiado convencional la afecta bastante. Lejos está en la filmografía de Natali esa irreverencia propia del canadiense de sorprender e innovar.