Demasiada arbitrariedad
Las películas de fantasmas tienen algunas reglas tácitas. Para esta crítica vamos a recordar dos que son las que usa y abusa Un pasado infernal:
1 – Los fantasmas son almas de personas que murieron de manera traumática y que continúan deambulando después de muertas por los lugares que frecuentaban cuando estaban vivas.
2 – Para que los fantasmas se vayan hay que resolver alguna clase de acertijo celestial que en general tiene que ver con resolver el trauma que mencionamos en la regla anterior.
Habiendo avisado esto, podemos decir que Un pasado infernal cuenta la historia de Lisa (Abigail Breslin), una chica que es un fantasma condenado a repetir, junto a su familia, el día anterior a su muerte traumática. Es una historia simple que tiene el mismo atractivo que Los otros o cualquier otra adaptación de Otra vuelta de tuerca, de Henry James.
El director Vincenzo Natali -que hizo El cubo (1997), uno de los últimos films con reputación de ser “de culto” en la era del VHS y más recientemente Splice (2009), con Adrien Brody- arroja a Lisa a un ambiente de incertidumbre y alienación, del que intentará escapar utilizando todo lo que tiene a su alcance. Pero cuando ella es finalmente consciente de su condición, comienza la historia de cómo escapar a esa condena. Allí Natali abre el juego a un par de posibilidades dentro de la historia y también entra en la misma incertidumbre que su protagonista y nos empieza a confundir. A la pregunta “¿qué es lo que tiene que hacer Lisa?”, el director la contesta obligándola resolver un montón de acertijos simbólicos inconducentes (con tabla de ouija incluida). No sabemos por qué, pero vamos saltando entre dimensiones y tiempos con la justa sospecha de que todo se resolverá mediante alguna acción insignificante y estúpida.
Un punto a favor es el exagerado villano interpretado correctamente por Stephen McHattie, una especie de Freddy Krueger de segunda que lamentablemente no termina de encajar en el registro general de la película. Llama la atención quizás lo poco natural de la actuación de Breslin, que suele ser confiable y tiene algunos buenos antecedentes (Pequeña Miss Sunshine, Tierra de zombies), aunque filma demasiado y tiene una leve tendencia a caer en estos proyectos de terror Clase B de los cuales no todos salen airosos.
Finalmente, Natali termina cruzando el límite de credulidad que todo espectador le entrega a una película de terror, con lo que Un pasado infernal no logra sobreponerse nunca a la certeza de que es una pavada, por lo que termina aburriendo.