Casa tomada
De inmediato surge la referencia a Los otros (2001), película en la que Alejandro Amenábar ensayaba una vuelta de tuerca a las prototípicas historias de fantasmas o aparecidos -con un juego de inversión de roles- al tomar contacto con Un pasado infernal, nuevo opus de Vicenzo Natali. También no puede dejar de pensarse, al menos desde la idea del encierro y estar atrapado en un espacio, en otro film del mismo director como El cubo (1997).
Sencillamente y a modo de referencia las similitudes entre Un pasado infernal con aquella película de Amenábar, incluidas algunas ideas de puesta en escena, son más que evidentes pero eso no implica que el italiano se haya copiado sino que las historias toman como punto de partida el punto de vista de los muertos antes que de los vivos. Algo que rápidamente queda revelado en los primeros 15 minutos de metraje cuando Lisa (Abigail Breslin) descubre que una rutina de lo cotidiano se repite y que todo lo que la rodea, inclusive su familia, parece no percibir lo que ocurre a su alrededor.
El elemento extraño se inserta en la trama cuando la protagonista puede comunicarse con otra niña que la alerta de los peligros en esa casa donde parece haber quedado atrapada luego de morir en la década del 80 junto a su familia: padre, madre y hermano menor. Vicenzo Natali de esta manera organiza un relato a modo laberintico valiéndose de recursos de puesta en escena para superponer planos y tiempos de manera organizada, aunque en el vértigo que aporta la trama a veces resultan un tanto caóticos.
Para un mejor funcionamiento del andamiaje es necesario la introducción de un antagonista muy sólido y que en este caso llega gracias a la gran interpretación de Stephen McHattie para dotar al film de un costado siniestro y atractivo. Las situaciones por las que pasa la protagonista marcan su curva de transformación en un juego de cajas chinas que crece dramáticamente hablando por la buena actuación de Abigail Breslin, mucho más madura en este papel que en anteriores performances y que además le aporta un costado trágico a su derrotero por la casa y como nexo entre los dos mundos.
Un pasado infernal supera la media del género, se despega de los lugares comunes a fuerza de un guión inteligente.