¿Qué le está pasando últimamente a mis críticos favoritos?. Richard Scheib le pegó con un caño a Avengers: Infinity War y le dió apenas 2 estrellas diciendo que era monótona y no tenía ni un momento emocionante (se ve que se le escapó la entrada del Capitán América en la estación de trenes y el “traíganme a Thanos!” que todo el mundo aplaudió de pie cuando Thor llega a Wakanda). Otro tanto pasa con James Beradinelli que, se ve, está empachado de cine de superhéroes y debe estar pasando por un mal momento porque nada de lo que califica últimamente pasa de 2 estrellas (aceptable). Como el caso de Un Pequeño Favor, la cual descartó de plano y la tildó de apenas potable. Es cierto que el tercer acto es desprolijo y amenaza con irse de mambo pero, mientras tanto, es una caja de sorpresas constante. Como dice Anna Kendrick en un momento, esto parece una versión de Las Diabólicas… solo que hipercafeinada y plagada de tantas vueltas de tuerca que parecen no acabarse nunca.
Lo mas maravilloso del filme es ver como muta la trama y, sobre todo, los personajes. Anna Kendrick es una de esas madres solteras pasadas de rosca que, como no tiene vida sexual, gasta toda su energía recargándose de actividades. Claro, se convirtió en viuda por accidente y ahora su vida se alterna entre el cuidado (agobiante) de su hijo y su videoblog sobre cocina, en donde prepara exquisiteses de todo tipo. Por accidente se topa con Blake Lively – elegante como modelo de tapa de Vogue, con un estilo mezcla de Greta Garbo y Diane Keaton -, la cual es una ejecutiva implacable y amoral cuyo único cable a tierra es su hijo. No debe existir otro par de mujeres mas dispar en la Tierra pero, por uno de esos giros del destino, terminan convirtiéndose en amigas. Charla va, charla viene, la ñoña Kendrick le cuenta algunos de sus pecados mas ocultos pero parecen un chiste al lado de las historias que saca a relucir la Lively. Sexópata, manipuladora y temeraria, estar con ella es como un juego de ruleta rusa en donde uno nunca sabe con qué va a despacharse y si lo que dice (o hace) es verdad. Puede basurear a sus empleados, tirarse un lance lésbico con su nueva amiga o contarle la orgía que armó como sorpresa para su esposo, un escritor que anda en la mala y desde hace 10 años no mete un éxito (Henry Golding, recién fresquito de Crazy Rich Asians). Para ella su marido es un juguete sexual y no le importa mantenerlo por el sexo y las apariencias pero el oneroso estilo de vida les está pasando factura y su sueldo – como gerente de recursos humanos en la firma de un diseñador de renombre – ya no alcanza. Ocurre una emergencia y la voraz gerente decide pedirle un pequeño favor a su insípida amiga – de que recoja a su hijo de la escuela y lo cuide ya que llegará tarde -, lástima que el regreso se demora mucho mas de lo esperado. Pasan los días, el curso de los acontecimientos es inevitable y el marido (llamado por la Kendrick, ya que está cuidando a su madre enferma en Londres) regresa de apuro y declara el status de persona perdida frente a la policía.
Lo que sigue es una metamorfosis, en donde la comedia lenta y corta de gracia que aparentaba en un principio comienza a tomar velocidad y a transformarse en un thriller sorprendente. Porque la tonta ama de casa se empieza a desesperar con cada día de ausencia que pasa y, al ver a la familia de la Lively destrozada, comienza a meter mano por su cuenta en la investigación policial. Escucha cosas de los detectives, se mete en la oficina de la rubia, revuelve la casa… y empieza a encontrar cosas inquietantes. Y cuando el cadáver de la Lively aparece flotando en un lago a cientos de kilómetros del pueblo donde viven, a la Kendrick no le cuadran las cosas. Para colmo se involucra sentimentalmente con el viudo, un detalle que comienza a disparar una serie de sucesos estremecedores. Cuartos desordenados que se ordenan solos, el perfume de la Lively flotando por la casa y apariciones fantasmales en la escuela de los chicos. ¿Qué es lo que está pasando?.
Es imposible seguir adelante sin spoilear las sorpresas de la película, que abundan y tienen una gracia enorme. Y si todo funciona es porque Feig – que es un gran director de comedia con Bridesmaids y la subvalorada versión moderna de Los Cazafantasmas bajo el brazo – sabe cómo dirigir mujeres, entiende a la perfección el mundo femenino y sabe obtener risas, pero acá se da el lujo de agregarle suspenso a la cosa. Blake Lively no tendrá mucho rango pero no es necesario para su rol: solo debe estar en modo ultrabitch al 150% y verse hermosa y elegante todo el tiempo, y vaya que impresiona la blonda. Pero la revelación es Anna Kendrick, la que ya era una comediante de la hostia y es todo terreno – sea lo suyo las risas, lo romántico o el drama – y que acá te deslumbra con su ama de casa naif que es mucho mas inteligente y decidida de lo que parece. Con su cara de nada y sus dientes perfectos, la Kendrick irradia la pantalla pasando por todos los estados emocionales con una facilidad sorprendente.
Un Pequeño Favor es un delicioso entretenimiento. No, no está a la altura de los grandes thrillers de la historia del cine (como la mencionada Las Diabólicas), sino que los homenajea, toma prestada ideas de ellos y las mezcla con mucha energía y bastante humor, soportado por una dupla de actrices notables. Super recomendada, es una de esas películas a las que uno no le tiene confianza (y uno toma, lee la descripción del lomo y la vuelve a poner en el estante del videoclub), pero con la cual vale la pena arriesgarse ya que termina sorprendiéndote de una manera formidable y super satisfactoria.