Stephanie traba amistad con Emily, mamá de un compañero de escuela de su hijo. Un día Emily le pide que busque a su hijo de la escuela y desaparece: a partir de ese momento, Stephanie se dedica a investigar qué le ocurrió.
La sinopsis de Un pequeño favor indica que se trata de un policial. Y en buena medida lo es. Pero su director, Paul Feig, es un especialista en comedias: creador de la serie Freaks & Geeks, dirigió Damas en guerra, Chicas armadas y peligrosas, Spy y la Cazafantasmas femenina, entre otras. Tal vez por eso, o quizá para atenuar sus evidentes similitudes con Perdida, le dio a este thriller un tono cómico que resulta desconcertante en el mal sentido de la palabra. Porque esa liviandad distrae, le quita peso y credibilidad a la trama de suspenso. A la vez, como la intención no fue hacer una comedia, el humor está contenido y tampoco funciona como sostén de la película.
Podemos hacer el ejercicio de abstraernos de los chistes sembrados aquí y allá y tratar de enfocarnos en el misterio de esta mujer desaparecida. Pero el guión jamás logra resolver con eficacia el desafío que plantea toda adaptación literaria (o tal vez la novela homónima de Darcey Bell en la que está basado sea realmente mala): está plagado de flashbacks y diálogos que intentan explicarnos los múltiples giros forzados que va dando la historia en su búsqueda por sorprender.