Podrán los espectadores conectar o no con el código que “Un pequeño favor”, intenta instalar desde los créditos iniciales en adelante; pero difícilmente estarán en desacuerdo al entenderla como uno de los argumentos más originalmente tratados en la temporada. A prestarle atención entonces porque ese original inicio cuenta e instala gran parte del qué, pero sobre todo; cómo sucederá. Todo está ahí, servido en bandeja, y sin embargo quedará lugar para bastante más.
El nuevo opus de Paul Feig tiene sólo una conexión conceptual respecto de su anterior filmografía: las protagonistas son mujeres que en mayor o menor medida encuentran su fortaleza interior a fuerza de ponerse al frente de las circunstancias que las atraviesan, aun cuando ya está subrayado con el rol externo (ser policía o espía). Teniendo en cuenta que nos referimos a estrenos como “Chicas armadas y peligrosas” (2013), “Spy: una espía despistada” (2015), o el hallazgo de “Cazafantasmas” (2016) en la cual eran cuatro las heroínas mientras que los íconos masculinos de la original terminaban siendo apenas cameos. A lo mejor suena demasiado profundo este enunciado sobre la prosa del director, pero en la sencillez de la comedia menor estos atributos sobre la femineidad no aparecen por arte de magia, están cuidadosamente escritos y son autoconscientes.
Eso sí, él también actor (en algunos bolos televisivos principalmente), se encontró esta vez con el guión ideal para potenciar lo hecho hasta ahora. Como si el texto escrito por Jessica Sharzer y Darcy Bell hubiese estado esperando por su media naranja. A la sucesión de sutilezas del comienzo animado le sigue una muy buena presentación de los personajes centrales: Stephanie (Anna Kendrick) es una madre soltera de estos tiempos, pero no necesariamente moderna. Su conexión con las actividades obedecen al “tener que…” más que a una decisión autónoma sobre su vida, pero lo hace con gusto y dedicación (el tiempo que le dedica a la escuela de su hijo, por ejemplo). Por otro lado, su energía está encauzada para llevar adelante un “vlog” (sí, con v. o sea un blog con videos en lugar de texto) en el cual vuelca desde recetas culinarias a fórmulas del estilo “hágalo ud en casa”. Su vida dará un vuelco cuando aparece una suerte de antítesis en el estilo de ser y parecer. Emily (Blake Lively) pareciera estar en las antípodas, desde su forma de caminar hata su sex appeal, y desde su posición frente a la vida, al manejo del cuerpo y del lenguaje. Sin embargo, este ying y yang está lleno de sutilezas.
El realizador elige esquivar por completo las obviedades, la brocha gorda. Hubiese resultado más fácil presentar, por ejemplo, una señorita apocada y frígida contra una mujer liberada que escucha punk. Kendrick ofrece un ser frágil y vulnerable a lo que Lively contrapone un carácter firme y decidido formándose un atrapante juego de ping pong. La dupla de actrices logran un nivel de sofisticación tal en sus posturas, miradas y gestos, que cuando “Un pequeño favor” se transforma en un thriller, intrigante y escurridizo en la información que se brinda, el vínculo construido entre ellas es lo suficientemente sólido como para que el espectador ya esté empáticamente metido hasta la médula con ambos personajes. De la trama no hace falta adelantar más porque el título se ocupa de aclarar lo que en algún momento una le pedirá a otra.
Al estar instalado en la forma tradicional de narración, esta película depende, más allá del elenco, de un buen timing en la compaginación, que ayude a limpiar lo innecesario para quedarse con el suspenso generado por lo tenso de algunas situaciones, ya que hay mucho trabajo en tratar de provocar situaciones muy incómodas sin por eso soltar el factor humorístico que tan bien funciona durante los dos primeros tercios.
Uno de esos thrillers que se suelen ver poco ya. Sin inventar la pólvora, la película tiene con que defender su presencia en la pantalla y con qué dejar a más de uno rasguñando el apoya brazos de la butaca.