Carlo Verdone es un director y actor italiano con una extensa filmografía desde principios de la década del ‘80. Muy poco conocemos de él por estas latitudes. Recuerdo vagamente una comedia con Ornella Mutti donde ambos eran hermanos, y otra llamada “Enemigos íntimos” (2006), cuyo argumento quedó en el olvido. No es suficiente antecedente como para verificar si el estilo se mantiene o no, con lo cual sólo tengo “Un piso para tres” que se estrena hoy.
A juzgar por lo visto todo parece indicar que el Verdone director se quedó en el tiempo, o volvió atrás en el mismo confiando en la vigencia de cierto tipo de fórmulas.
Ulises (Carlo Verdone), dueño de una disquería de viejos vinilos, es un ex – productor musical en bancarrota por haber confiado en producirle un disco a su ex mujer, quien ahora lo persigue por la cuota alimentaria.
Domenico (Marco Giallini) es un empleado de inmobiliaria que trata de rascar alguna comisión por el alquiler de departamentos en estado dudoso. Su impronta es como la del porteño piola que se las sabe todas. Anda con muchas mujeres y hasta tiene un currito como gigoló con alguna que otra veterana, mientras es perseguido por su ex mujer (una de ellas) que ahora lo acosa por la cuota alimentaria.
Fluvio (Pierfrancesco Favino) era crítico de cine, pero fue degradado a notas faranduleras. No es lo único en lo que ha bajado de categoría. Ahora es hospedado por monjas pues engañó a su ex mujer que lo persigue por… Para anticipar lo que sigue sólo debe volver a leer como se llama la película.
El planteo es: hombres pasando los cincuenta pirulos, separados o divorciados; tienen viejos y obsoletos oficios, están sin vivienda o no pudiendo pagarla, y sin oportunidad de inserción en una Italia globalizada y en crisis económica. En realidad esta conclusión va a estar elaborada más por la buena voluntad de los espectadores que por el tratamiento del coguionista y director, porque todo esto en lugar de funcionar como contexto termina siendo un mero decorado.
“Un piso para tres” es una intención de comedia picaresca cuya forma tiene la misma estética, el mismo ritmo y los mismos gags de hace treinta o cuarenta años. No es que haya nada de malo en esto si no fuera por la falta de revisión para ver qué funciona y qué no a esta altura del partido.
Así, nos veremos en la penosa tarea de creer situaciones muy lejos del verosímil. De todos modos, lo peor no es esto, sino los fundamentos para justificarlas. Por ejemplo, Gloria (Micaela Ramazzotti), una rubia despampanante, se enamora de Ulises. Para Carlo Verdone esto está sustentado sobre la misma base de hace décadas: las mujeres son histéricas, estúpidas, o ambas cosas a la vez. Un axioma que en la historia del cine y la televisión argentina sobrevivió hasta el teleteatro de Darío Vittori. Hoy resulta tan anacrónico que las sonrisas dependerán del talento del elenco para sobrellevar el género, aún con chistes y gags que Solís le debe haber contado a Magallanes mientras venían para estos lares.
Escuché por ahí el término “comedia alla italiana” relacionadolo con “Un piso para tres”. Vaya a verla esperando cualquier cosa menos eso.