La nueva película de Marco Berger, "Un rubio", no sólo lo reafirma como uno de los de realizadores actuales con mayor sensibilidad, significa un paso madurativo sobre su visión y su propia filmografía.
Allá por 2009 cuando se estrenaba "Plan B", sin saberlo, estábamos asistiendo a una apertura temática dentro de nuestro cine. El cine LGBT+ en Argentina había tenido una suerte marginal hasta ese momento, con dos títulos icónicos ya avejentados como "Adiós Roberto" (muy cuestionable), y "Otra historia de amor "(anticuada, aunque revalorizada por la nostalgia), y algunos títulos sueltos como "Solos" de José Glusman, o "Un año sin amor".
Aún era fuerte la presencia del gay estigmatizado, la caricatura de "Trolos, sordos y locas", "Apariencias", o "Atracción peculiar"; y el “de eso no se habla” de varias películas que disimulaban el tratamiento de un amor homosexual enmascarado como algo más (Safó).
Con su tono de comedia amable canchera, y ese aire a BAFICI desclasado, "Plan B" fue disruptiva. No hacía un escándalo, ni intentaba hablar de una polémica con respecto a dos hombres que a través de un juego de engaños se descubrían enamorados.
El cine LGBT+ había definitivamente llegado a nuestro cine, pisando fuerte, y para quedarse.
A partir de entonces, no sólo aumentó considerablemente el número de películas con esta temática – y estilo similar más de una vez –, sino que se alzó con una figura emblemática, su realizador, Marco Berger; un tímido referente, personaje humilde que habla a través de su obra, y que, a partir de esta ópera prima, construyó una sólida carrera con permanente aciertos (vale mencionar que su cortometraje "El reloj", ya lo había puesto en la mira).
Berger creó un estilo propio, películas sobre el deseo, sobre los juegos y las pulsiones, un erotismo implícito, y la cuestión de género para envolver algo más. Ahora, a diez años de aquel momento, el realizador de Mariposa da un paso más allá sin apartarse de su temática. Evoluciona y madura.
Juan (Alfonso Barón) debe encontrar un nuevo compañero con quien compartir su departamento cuando su hermano debe irse. Inmediatamente encuentra a Gabriel (Gastón Re), un compañero de trabajo en la obra en la que trabaja.
Gabriel se muda con Juan y entre ambos surge un compañerismo que pronto comienza con aquellos roces confusos a los que Berger nos tiene acostumbrados.
Juan es mujeriego, anda con varias mujeres a la vez, tiene una relación no demasiado vinculante con una chica que deambula tranquilamente en el departamento, y expresa su virilidad junto a otros compañeros de trabajo y amigos que lo visitan. Gabriel es más centrado.
Tiene una hija (Malena Irusta) que vive con la madre de él, está separado de su mujer que vive en el exterior, y también hay una chica (Ailín Salas) con la que mantiene algo no muy comprometido. Pareciera que Juan lo busca a Gabriel.
Pero todo es raro, se exhibe desnudo, lo toca, se desinhibe, pero expresa tanta masculinidad heteronormada que es difícil saber qué le sucede. Tampoco está claro para Gabriel. Hasta acá podríamos hablo de otra Estilo Berger. Sin embargo, pasados los primeros veinte minutos se produce un quiebre, Como si se tratase de un cortometraje, lo que siempre veíamos en sus films llega ahí.
Todas sus películas hablaban de ese deseo, del manejo de algo deseado, y no concretado; culminando en esa celebrada concreción. En Un rubio, esto sucede rápidamente, ¿y ahora qué?
Si bien el cine de Berger es abiertamente de temática LGBT+, cada película se adentra en un género diferente. La comedia de enredos, el thriller, el drama social, el fantástico o existencial, la comedia situacional. "Un rubio" maneja los hilos del melodrama. Berger se adentra en la intimidad de esta relación que no sabemos en qué deparará.
El punto de vista pareciera ser siempre el de Gastón, pero no descuida a Juan. A ambos personajes los muestra con matices, gamas, capas; nos plantea su psicología y las emociones que lo atraviesan. Esa pulsión entre lo deseado y complicado de concretar estará presente reconfigurado, en otro plano, más maduro.
Quizás sea el mismo realizador que en su momento nos dijo YA hablemos de esto sin hacer tanto escombro, el que ahora nos plantea hablar de lo que sucede después, no quedarnos en el romance inicial y ver si realmente es sólo un romance, o si ese romance puede plantearse dentro de los códigos que impone Juan.
Berger nos vuelve a cuestionar en "Un rubio", y lo hace desde la emotividad, la sensibilidad a flor de piel, presentándose nuevamente como uno de los realizadores que mejor sabe contar historias sensibles.
No necesita de pesadas historias, de grandes acontecimientos, ni de un ritmo apabullante. Hace de la intimidad un mundo, del silencio el sonido más encantador, y de las oscuridades internas la luz más penetrante. Un rubio exuda erotismo, no solo en algunos planos explícitos que ya son marca registrada; en cada accionar, en cada gesto, hay naturalidad, hay provocación, un permanente juego desafiante.
Esos primerísimos planos, los detalles, los juegos de luces, la respiración como diálogo; todo tiene algo para decir. Un rubio logra que nos metamos dentro de la historia de estos compañeros y sintamos con ellos, atravesemos su historia.
Es un director sabiendo de lo que habla. Quizás por eso, su único punto no tan redondo, sean las contadas escenas en las que se expresan los compañeros de trabajo demostrando una masculinidad exacerbada algo remarcada. Un detalle menor que no afecta, y hasta puede ser interpretada como un simpático código interno.
Gastón Re es pura emoción, actúa con su miradas, con sus poses, con su forma de decir, es imposible no sentir empatía por Gabriel, su excelente performance completa un trabajo de descripción de personajes presentado desde el guion.
La química con Alfonso Barón es perfecta, y este actor logra hacer creíble un personaje difícil, conflictuado, con más capas subcutáneas de lo que a simple vista se ve. El descubrimiento del film es la pequeña Malena Irusta, suelta, simpática, y con un gran espíritu que logra plasmar en todas las escenas con Re. Berger es un excelente director de actores, y ahí vuelve a estar el principal acierto y pilar de su película.
"Un rubio" presenta a un Berger maduro, que ya no quiere sólo jugar y seducir, busca algo más, se adapta a los nuevos códigos y les aplica su código para decirnos de ahora en más, quizás tengamos que hablar de esto. Drama, coyuntura, sensibilidad, pasión, y amor por el cine, "Un rubio" es otra gran propuesta de un director al que siempre hay que estarle agradecido.