Escribiendo Cartas a Paris
Rémi Bezançon después de "Amor de familia - Le premier jour du reste de ta vie" (estrenada en nuestro país el año pasado) elige llevar a la pantalla la existosa novela autobiográfica de Eliette Abecassis sobre una pareja jóven, sin hijos, que comienza a armar una vida en común.
El suceso feliz al que refiere el título es la llegada de su primer hijo, que quiebra profundamente ese universo de soltería para cambiar por completo su vida cotidiana.
Un estilo particular para narrar aparece ya desde la manera en que nos presenta a los personajes, con un juego ingenioso e divertido en el que los protagonistas juegan a seducirse mediante la cajitas de filmes del video club que atiende Nicolás (Pio Marmai). Ella, Bárbara (hermosa y super expresiva Louise Bourgoin de "La fille de Monaco" en un trabajo comprometido del que sale totalmente con honores) es candidata a un PhD y se encuentra preparando su tesis final.
Este primer acercamiento de Nicolás y Bárbara dentro de un mundo casi idílico, soñador y sentimental se presenta con una estética que remite, aunque quizás algo lejanamente a la estética propia del cine de Jean-Pierre Jeunet. Mundo que contrasta también con el tratamiento visual de la segunda parte del film, menos poético y más realista, cuando el director comience a poner en marcha su verdadera tarea.
En palabras del propio director, el objetivo del film ha sido el de romper con todos los tabúes, con esos temas que la sociedad francesa elige no hablar.
Primeramente, lo que más resalta durante todo el relato es romper con esa dificultad de sincerarse y dejar claro que no todos los sucesos que rodean a la maternidad son perfectos, dulces y gratificantes. El personaje central, Bárbara, atraviesa una enorme cantidad de contradicciones: desde la revolución hormonal, un nuevo físico, la imposibilidad de dormir y descansar correctamente, los cambios en la sexualidad de la pareja y la dificultad de incluir a ese nuevo integrante de la familia -entre tantas otras-.
Todas y cada una de ellas, son analizadas en la historia imaginada por Abecassis y ahora retransmitidas por Bezançon con muchísima honestidad y sin tomarlas livianamente.
Pero el estilo con el que elige encarar estos temas es completamente opuesto al dramatismo y la supuesta seriedad con la que debieran abordarse. Prefiere atravesarlos mediante situaciones y diálogos que se van articulando en forma de espejo fiel y los retrata con completa naturalidad y con una simpleza tal que facilita el acercamiento y la empatía del espectador hacia un tema que no ha sido siempre tratado por el cine de esta manera.
En otra línea de trabajo, apunta también a ensayar una explicación para un tema que obviamente existe, pero del que poco se habla: el de las estadísticas que indican que hay un gran porcentaje de parejas jóvenes que se separan durante el primer año después de tener su primer hijo.
La llegada de este bebé plantea en palabras de Bárbara "Me ha obligado a ir al fondo de las cosas, a superar mis límites, me ha confrontado con lo absoluto: del amor, del sacrificio, de la ternura del abandono. Me ha dislocado, transformado. ¿Por qué nadie me lo había anunciado ? ¿Por qué nadie habla de ello ? ".
Y tanto la escritora como el director dan respuesta mediante un retrato simple y sincero, valiente y sin tapujos del atravesamiento de este momento tan particular y de las crisis que se presentan en el momento en donde supuestamente todo debiese ser felicidad.
Bezançon trabaja con una idea casi rupturista dentro del cine francés y habla de la maternidad desde un lugar nuevo y poco conocido. No obstante, uno de los puntos fuertes es que el guión no pierde en ningún momento una mirada amorosa hacia sus personajes y no olvida en ningún momento el buen humor que hace más facilmente digerible el hecho de lidiar con temas urticantes.
Con una cantidad de detalles que abren diferentes y pequeñas lineas de interés (la incapacidad de Nicolás para salir de su mundo de juego y hacerse cargo de las responsabilidades, los miedos, las angustias, los apremios económicos, el posponer proyectos para darle lugar a este nuevo bebé, la sensacion de "no vamos a poder con esto" que aparece sobre todo en Bárbara cuando tiene que salir de la clínica al mundo con su criatura), cada detalle está impecablemente fotografiado y retratado por Bezançon sin grandes parlamentos ni discursos enciclopedistas, sino, por el contrario, a través de situaciones y detalles que la cámara retrata formando un grupo de "polaroids" de la nueva vida de la pareja.
Y como si con la llegada de este nuevo integrante de la familia, la pareja no tuviese suficiente, también tendrá que lidiar con las opiniones y encuentros/desencuentros con las respectivas familias políticas.
La obstetra ya les había advertido que no debían hacerle caso a nadie del entorno, pero mal que les pese, tendrán que incorporar también en su nuevo orden a la fuerte presencia de las "suegras", que son también figuras fuertes dentro del film.
Sobre todo el personaje de la madre de Bárbara (en la piel de Josiane Balasko, la protagonista de "El encanto del Erizo", quien también tiene trabajos en la dirección como "Cama para Tres" con Victoria Abril y "La Cliente" con Nathalie Baye) quien tiene las lineas más hilarantes del guión, que permite otro gran trabajo y el lucimiento de Balasko y que nos acerca además una resignificación del lugar de la madre cuando Bárbara es también, ahora, madre.
Un enorme placer, una perlita dentro del nuevo cine francés, completamente disfrutable de principio a fin con una mirada sincera, honesta, despojada de las convenciones, que deja abiertas muchas lineas para la reflexión y el café después del cine. Una delicia.