Esta realización se basa en un hecho real sobre una familia del Sur estadounidense de clase alta que ayuda, y finalmente adopta, a un joven marginado.
La historia es la de Michael Oher, un muchacho negro de unos 130Kg. sin hogar, recogido por los Tuohy.
Leigh Anne, madre de la familia (interpretado por Sandra Bullock) es la que un día al observar a Michael deambulando por la calle lo invita a su casa, donde le ofrece alimento y una cama por esa noche, lo que se prolongará en jornadas posteriores. Finalmente, el matrimonio y sus dos hijos lo aceptan como parte de la familia, ayudándolo en los estudio e impulsándolo en su gran potencial para lograr el protagonismo en la práctica del fútbol americano, deporte que le sirve para integrarse a la sociedad y afianzar su futuro.
La presencia de Michael (Quinton Aaron) ayuda a los integrantes de la familia Tuohy a descubrir aspectos de ellos mismos que desconocían.
Leigh Anne no sólo protege a Michael, sino que habla con su esposo e hijos y toman la decisión de adoptarlo para que sea parte oficial de la familia.
Esta manera de ser, con tanta energía para dar, hace que logre todo lo que se propone con su hijo adoptivo. Hay momentos que le indica como integrarse al juego pasando por encima del entrenador, avasallante, sugiriéndole que en el campo debe moverse como lo hace protegiendo a su familia, fórmula que al ponerla en práctica supera bloqueos sicológicos modificando sustancialmente su vida de relación.
Actualmente el real Michael integra como tackle ofensivo el equipo de los Baltimore Ravens.
El tratamiento de la historia es lineal, con situaciones muy previsibles, poco consistentes, y un desarrollo progresivo que presenta altibajos en lo narrativo, cuya realización la enmarca en un cuasi cuento de hadas moderno, que lejanamente nos trae reminiscencias emparentadas con Cinicienta. La realización de Hancock se limitó a presentar el relato con oficio, pero sin relieve dramático ni conceptual, animado por un elenco que acompaña esa dirección cuyo protagonismo ejerce Leigh Anne, encarnado por Sandra Bollok quien cumple muy buena labor, cuyo mayor mérito lo constituye el perfil simple, sencillo y cotidiano que logra trasmitir al espectador, trabajo que, empero, resulta muy discutible para consagrarlo con el Oscar como mejor actriz protagónica del 2009.