El cine estadounidense abusa un poco de estos temas “edificantes”. Parece, sin embargo, que la platea de ese país responde con entusiasmo a estos estímulos que tanto tienen que ver con el sueño americano y el triunfo de la voluntad. El ejemplo más cercano es “Preciosa”. El asunto acá se basa en una historia real, convertida luego en libro por Michael Lewis bajo el título “The Blind Side; Evolution of a Game”. El joven negro Michael Oher, natural de Memphis, sobrevive como puede en la ciudad impiadosa, hasta que una brava noche de invierno se lo topa en la calle Leigh Anne Tuohy, lo ve ahí tiritando, vestido apenas con una camiseta y unos shorts viejos, se apiada de él y se lo lleva a dormir a su casa. Los días se convierten en semanas, las semanas en meses y, cuando quiere acordarse, Michael es un miembro más de la familia Tuohy. Así, el empeño de Leigh Anne y los suyos saca a la superficie todo el secreto potencial del muchacho y, con el tiempo, habrá de convertirse en un fenomenal jugador de fútbol americano y en otra persona. Un encuentro providencial en una noche helada lo hizo posible. En los `30 y `40, el cine de Frank Capra desparramó estas historias cargadas de buenas intenciones donde todo el mundo se redimía al final de los posibles errores cometidos. La película recaudó arriba de 250 millones de dólares, y se convirtió en uno de los títulos más vistos de la temporada. Sandra Bullock puso en juego esa energía que le sobra y se alzó con el Oscar a la mejor actriz en la ritual entrega de la Academia de Hollywood. Es obvio que el cine (norte) americano no pasa por su mejor momento. “Vivir al límite” y “Bastardos sin gloria” serían las excepciones que confirman la regla.