Parafraseando al título original, El lado ciego, hay que estar demasiado ciego para no darse por aludido de que esta película es (más allá de sus clichés) una bajada de línea cristiana y republicana del más bajo nivel intelectual. Despojándose de esta pequeña molestia ideológica, la primera pregunta que uno debe hacerse es: ¿por qué estuvo nominada al Oscar y, lo que es más grave aún, a quién se le ocurrió que Sandra Bullock merecía ganarlo como actriz? ¿Será un déjà vu de Erin Brockovich o sólo es la maldición de querer utilizar el drama basado en hechos reales como bastión de la prédica bienpensante norteamericana?...