La milonga del amor
Germán Kral (Música cubana, El último aplauso) hace una película de tango. O, mejor dicho, una película de amor. Con mayor precisión, una película sobre una pareja, lo que no siempre significa "de amor". La historia de esta pareja y de sus desencuentros se hace fuerte y por momentos convierte esta película en un tango de especial amargura. Esta es la historia de Juan Carlos Copes y María Nieves, de su romance, de cómo quedó trunco y unas cuantas cosas más, con preponderancia en el punto de vista de ella. La historia de su encuentro, del ascenso profesional, del pasado de estos bailarines insoslayables y del pasado del género y de Buenos Aires.
Las declaraciones, sobre todo las más abundantes de María Nieves, tienen el poder del pensamiento sedimentado, y tienen mucha potencia epigramática aun en el dolor y la incomodidad. Las de Copes son más inmediatas, en un punto más reveladoras, pero de menos poder reverberante. Es cierto que algunas entrevistas cargan con cierta rigidez, con cierta evidente "actuación", pero el defecto se atenúa frente a la pertinaz vocación narrativa de la película.
Kral, desde una estructura que esquiva el piloto automático, combina el documental con la ficcionalización intermitente, y la disuelve, y dispone escenografías en varios tiempos y filma bailes para la ocasión, además de apelar a un archivo impecable. Y si se anima a los planos aéreos de la 9 de Julio no es por caer en el lugar común de película porteña y de tango, sino porque está convencido de su tema y de la belleza de estas imágenes de una avenida que no es igual a la de hace décadas. Tampoco es igual el tango ni el tiempo del baile y de la relación de Copes y María Nieves. Y Kral no esquiva el cambio ni tampoco el pasado. La nostalgia no se elimina, pero no domina: lo inexorable es lo que es, pero no hay aquí fatalismo. Las imágenes de Un tango más están curiosamente cargadas de futuro.