Lejos del esplendor
Perry Mckendrik (Ewan McGregor) es un docente universitario inglés que emprende unas vacaciones improvisadas a Marruecos para salvar su desgastada relación con su esposa, Gail. Allí, en un restaurante, Perry entabla amistad con Dima (Stellan Skarsgard), un multimillonario de dudosa procedencia que, luego de compartir un par de fiestas plagadas de excesos, se revela como un peso pesado de la mafia rusa.
El problema es que Dima está en apuros. Durante años se dedicó a lavar el dinero negro de la organización, pero ahora, la llegada de un nuevo líder que lo quiere desplazar –el Príncipe- lo complica. En un acto de desesperación, Dima le confía un pendrive a Perry con valiosa información sobre la red criminal para que éste se lo entregue al MI6 londinense. A partir de allí, el tímido profesor de literatura quedará envuelto en una complejísima trama internacional de corrupción, violencia y conflictos políticos de la que será difícil escapar.
Basada en un libro del afamado escritor de novelas de espionaje, John le Carré, la película retrata su inconfundible estilo con una historia que privilegia los aspectos burocráticos y políticos del conflicto en cuestión, en detrimento de escenas de acción vertiginosas o situaciones de violencia grandilocuentes. El destino de las obras de Carré a menudo se definen en habitaciones cerradas con dos personas hablando tranquilamente (y no por ello resultan menos apasionantes). Excelentes filmes como “El Sastre de Panamá” (2001), “El jardinero fiel” (2005), “El topo” (2011) o “El hombre más buscado” (2014) así lo atestiguan.
En el caso de “Un traidor entre nosotros” (2016), la directora Susanna white (“Nanny McPhee and the big bang” – 2010) logra mantener por momentos el interés en la trama. No obstante, el filme adolece las consecuencias de un guión forzado que atenta a cada paso contra la verosimilitud de la historia. Así, no resultan claras las razones por las cuáles Perry (una persona de a pie, honesta) decide ayudar a Dima (un capo de la mafia metido en miles de asuntos turbios); y tampoco es muy coherente que el jefe de una banda criminal internacional decida solicitar la ayuda de un profesor universitario al que apenas conoce.
Es que, a decir verdad, todo el personaje de Dima es bastante bizarro: se trata de una especie de capo mafia “old school”, que pese a blanquear dinero negro del narcotráfico, trata de blancas, tráfico de armas, etc. se jacta de tener un código de honor que lo diferencia de los demás criminales. Si bien los personajes de Carré suelen ser complejos (nunca nadie es totalmente bueno o malo) aquí no resultan creibles.
Más allá de las siempre correctas performances de McGregor y Skarsgard y el oficio de White en la dirección, Un traidor entre nosotros naufraga entre tantos agujeros narrativos y no consigue cohesionar un relato convincente.