Duro reflejo de pequeñas comunidades argentinas abandonadas por sus gobernantes
Buenas, tome algo.
El sexto documental argentino que se estrena en nuestro medio este año es tan elocuente que uno se queda sin palabras para describirlo.
Estamos muy lejos de Pampa Blanca, Jujuy; pero lo estamos mucho más de Filomena, una de las tantas mujeres que viven allí de quien el tiempo, la desidia de los gobiernos, y la falta de acciones concretas, dan cuenta de su situación actual.
“Un Tren a Pampa Blanca” es un documental de Fito Pochat que refleja el recorrido de un tren/sanatorio que se acerca a ese, y otros pueblos olvidados, para prestar atención sanitaria gratuita a sus habitantes. Luego nos enteraremos que no responde a iniciativas oficiales, sino que se trata de una actividad que la Fundación Alma, entidad privada, viene desarrollando desde hace treinta años, y que el arribo de la formación a cada lugar representa mucho más que atención médica, pues su llegada es celebrada por comunidades que muchas veces ni siquiera disponen de una sala de primeros auxilios, mucho menos con algún médico residente
Las imágenes para esta realización están tan bien seleccionadas que difícilmente nos dejen indiferentes. Tanto las historias de los profesionales voluntarios (médicos clínicos, pediatras, odontólogos, técnicos de laboratorio y radiólogos, trabajadores sociales y enfermeras), como la de los pobladores, se van sucediéndose con mucha naturalidad, y a medida que se desarrollan uno comienza a sentir incomodidad, rabia e impotencia.
Sería un facilismo tratar de interpretar si existe la intención de una bajada de línea, porque definitivamente no es la intención del realizador. El Estado no está presente en estos rincones del país. Así de sencillo, así de complicado, así de increíble.
Los únicos momentos en los que la cámara no muestra la vida de estas personas tal cual es, son aquellos que tienen que ver con las imágenes del recorrido incansable de este tren solitario en la inmensidad de un paisaje deslumbrante, potenciado por una muy buena fotografía y una excelente música.
Es un documental, sí. Pero con un guión que propone un hilo narrativo concreto que deja muy en claro que el realizador siempre estuvo seguro de lo que quiso contar.
Salvo por la insulsa y olvidable “Hacerme Feriante” (2010), este año se están estrenando producciones documentales argentinas con gran contenido y bien realizados. Definitivamente, “Un Tren a Pampa Blanca” es el mejor hasta ahora.