Si les hace falta llorar un ratito, no lo piensen más, esta es su película. Del director Marc Forster, responsable de Descubriendo el País de Nunca Jamás (2004), llega Un vecino gruñón, que está basada en una novela sueca que ya fue adaptada en 2016. El film, a estrenarse el próximo jueves 12 de enero en cines, usa a ambas como fuente de inspiración.
Otto Anderson (Tom Hanks) es una persona que se queja de todo con todos -en algunas cosas tiene razón-. La pérdida de su esposa lo hace retraerse aún más y quiere terminar con su vida. Todo cambiará cuando llegue una vecina nueva, Marisol (Mariana Treviño), y su familia a frustrarle todos sus intentos pero también a darle otra perspectiva a su mundo.
El suicidio es un tema muy delicado, sin embargo no es el centro de la cinta; es el cómo se sigue viviendo cuando la otra mitad ya no está. Es muy fuerte en ese sentido. Sí, Otto es un cascarrabias, pero no sin sus lógicas razones que la audiencia descubrirá mientras se desarrolla la película.
Cuenta con un muy buen elenco: empezando por Mariana Treviño que es una hermosa y gran chispa de gracia, diversión y honestidad; perfecta para contrarrestar la fuerza gruñona de un Tom Hanks, que aunque no está en su mejor papel, ya se sabe de memoria las herramientas para una correcta interpretación. Los acompañan buenas actuaciones, ninguno sin sobresalir, más allá de la presencia de Truman Hanks como un joven Otto.
Con otro ritmo, hablaríamos de otra película, ¿mejor? no sé; pero la advertencia está hecha: si ven Un Vecino Gruñón no esperen solamente una comedia, tiene drama de sobra. Es un golpe bajo que honestamente no se necesita, a menos que el espectador se prepare para ello.