Sueños de libertad
Joaquín Cambre dirige a Ángelo Mutti Spinetta, Leticia Brédice, Germán Palacios, Luis Machín y Angela Torres en una comedia con toques de fantasía y ciencia ficción que sigue los pasos de Tomás, un adolescente que decide que la mejor forma de escaparle a sus problemas es irse a vivir a la Luna.
Es así de literal. Tomás quiere irse a la Luna. Porque alcanzada la edad de catorce años este joven ya tuvo suficiente con un padre que no le lleva mucho el apunte, una madre extravagante que sólo piensa en irse a un tiempo compartido en Brasil, una hermana que se dedica solamente a copular con su novio, su psicólogo que hace gala de una haraganería total y a la primera de cambio lo medica en vez de ahondar en un trauma reprimido de su pasado y, para colmo de males, una pizpireta vecina que a pesar de la conexión que experimenta con Tomás sigue aferrada a su novio que, siendo algo mayor que ella, igualmente se presenta como un ganso importante. Y ante este estado de situación, lo único que siempre tuvo sentido en la vida de Tomás será la vía de escape para este adolescente que de forma casera pero nada improvisada comienza la construcción de una nave que lo pueda trasladar lejos de sus problemas y cerca del satélite natural que admira con su telescopio desde que tiene uso de razón.
La ópera prima de Joaquín Cambre se presenta como un relato atractivo, fresco y atrapante en un comienzo, que se encarga de presentarnos al típico adolescente tímido, curioso, medio outsider, con intereses poco convencionales y un talento natural para recibir las cargadas de sus pares que mucho hemos visto en su versión hollywoodense pero que escasea en nuestro cine nacional. Sin ser una mega revelación de la actuación, Ángelo Mutti Spinetta consigue darle forma a este personaje para ganarse la empatía del espectador más temprano que tarde, tarea para la que recibe la ayuda de un guion inicialmente sólido para construir a los personajes y de un elenco complementario que con Leticia Brédice, Germán Palacios, Luis Machín y Ángela Torres acierta en cada una de las aristas relacionales que maneja el protagonista. Luego, la historia sostiene ese nivel de interés y atractivo mientras se ciñe a esa premisa del adolescente conflictuado que debe lidiar con un entorno familiar y social que, lejos de ayudarlo, atenta contra su salud mental. Los problemas empiezan con el viaje a la Luna.
Y esto ocurre porque la resolución de todo lo planteado por la trama hasta este segmento estilo ciencia ficción busca ser una reflexión medio esotérica que mezcla elementos de la realidad con otros que le escapan a esta de una forma metafórica muy poco clara y rebuscada, que termina decantando en una confusión total que lamentablemente echa por tierra todo lo construido hasta el momento.
Con buenas actuaciones secundarias que apuntalan a un protagonista algo inexperto, buenos recursos técnicos y una historia bastante original, Un Viaje a la Luna es un buen intento del cine nacional por aportar su propia visión del crecimiento de un adolescente en estos tiempos de frenético de avanzar y quemar etapas en más de un sentido.