La ópera prima de Joaquín Cambre, "Un viaje a la Luna" plantea una propuesta de fórmula alrededor de un coming of age más atractivo como propuesta que como resultado. Tomás es un adolescente incomprendido. Atraviesa esa difícil edad en la que todos nos creemos únicos, construimos nuestro mundo, y vivimos la indefinición entre ser un chico y ser un adulto.
Sus padres no lo comprenden, su hermana lo desprecia, su amigo lo apoya, y hay un interés romántico que circula.
Sí, la vida de Tomás es un cliché del coming of age tan popular dentro de Hollywood y el indie estadounidense. Eso podría haber sido "Un viaje a la Luna", uno de los tantos films nacionales que, al estilo Ariel Winograd (por citar un ejemplo rápido) toma una fórmula popular de la meca del cie y la extrapola a nuestra tierra, no tanto quizás a nuestra cultura.
Sin embargo, Cambre y su co guionista Laura Farhi toman ciertas decisiones (más que nada en la segunda mitad del film) que la alejan de una propuesta de fórmula para llevarla por un camino particular aunque discutible. Tomás (Ángelo Mutti Spinetta) tiene 14 años y una meta bastante clara, sueña con viajar a la Luna. Sí, clara no significa posible.
Tiene una hermana mayor que se debate entre no prestarle atención y despreciarlo, y un hermanito más chiquito, Coco, que cumplirá luego un rol importante en el desarrollo de la historia. Su padre (Germán Palacios) prácticamente no aporta en la familia, está pero no está, piensa en el trabajo y no parece muy responsable. Su madre (Leticia Bredice) también tiene un objetivo claro, algo más banal que el de Tomás, no perderse un viaje de vacaciones all inclusive. Todo lo demás, para ella, es menos importante.
Tomás tiene que aprobar un examen (exigencia de su madre para no retrasar las vacaciones), con lo cual cuenta con la colaboración de un amigo que planea todo tipo de estrategias, menos estudiar. Pero su mente está puesta en otro foco, los astros, en especial, la Luna, y un momento que parece ideal un fenómeno que hará que la Luna se vea roja.
Hay además, una vecina, Iris (Ángela Torres), que descubre a Tomás espiándola accidentalmente con el telescopio. Mayor que él, aparentemente liberal, con un novio abusón, y con la que inicia una amistad.
"Una viaje a la Luna" puede ser la historia de amor adolescente entre Tomás e Iris.
Pero hay un dato más, Tomás tiene una imaginación frondosa, o algo así, y algún problema psiquiátrico despertando que trata con psiquiatra (Luís Machín), tampoco demasiado responsable. Con un estilo videoclipero (en lo que Cambre cuenta con bastante experiencia, se nota) y una estética publicitaria (sin hablar de la amplia inserción publicitaria de una golosina en particular), "Un viaje a la Luna" pudo haber sido una modernísima versión loca de títulos como ABC del amor.
Sin embargo, a medida que avanzan los minutos, la historia se corre hacia otro lado, el vínculo entre Tomás e Iris no parece progresar más allá de lo fundamental para el argumento, y gana espacio la psiquis de nuestro protagonista, y también su madre, bastante antipática.
En esa indecisión, y con una escena clave para hacer un quiebre, Un viaje a la Luna pierde su eje, y ya para su segundo tramo, gana una suerte de surrealismo, un cuasi grotesco, y varios momentos exasperantes, que la convierten en algo irremontable.
Como expresamos, el apartado técnico es llamativo, pero termina por ser repetitivo en su uso de planos amplios con el foco puesto en los ángulos, algo muy del indie norteamericano, aquí utilizado de forma aleatoria. También es llamativo el modo en que se recrea la imaginación de Tomás, con cierto esfuerzo de producción, alguna estética que recuerda al clásico de Melies, y bastante parfernalia.
Principalmente, "Un viaje a la Luna" falla en la creación de personajes, salvando a Iris (y por pura obra de su intérprete, la destacada Ángela Torres), el resto no despierta empatía y es incapaz de salirse del corsé del cliché. Tomás es el centro, pero cuesta compenetrarse con él. Todo suena forzado.
En determinado momento el argumento intentará bucear en u pasado para encontrarle una razón de ser, pero tampoco parece bien resuelto, aumentando considerablemente los agujeros en el guion. Sus padres son irritantes, ni siquiera bochornosamente simpáticos, son seres sin carisma.
En definitiva, "Un viaje a la Luna" pareciera ser una propuesta con mejores intenciones que resultados. Que apuntó a una fórmula y darle su toque, pero se desenvuelve mejor cuando más tradicional es. La cantidad de incongruencias, su ritmo desparejo, sus personajes faltos de carismas, y para peor, escenas de risa involuntaria, promedian para abajo lo que pudo ser una película mucho más interesante.