Tomas está entrando en la adolescencia. Pese a vivir en una familia con buen pasar económico, el resto de los integrantes lo ignoran o atosigan; teniendo a nadie (incluido su amigo) en quien confiar y poder liberarse. En ese momento conoce a Iris, una vecina, un poco más grande que él y de la cual se enamora. Mientras descubre el doloroso camino del amor, Tomas empezará a tener ataques mentales donde un oscuro secreto familiar, saldrá a la luz.
El cine nacional y el género coming of age se unen en Un viaje a la luna, una película que podría haber sido muy interesante para ver y analizar, pero que por desgracia la mayor duda que se nos va a instalar en la mente es ¿Qué quisieron hacer?
Si bien tratamos de bancar al cine nacional, tenemos que ser sinceros y decir que por más de un momento, no entendemos que está pasando en la pantalla. Y no porque se nos mezclen imágenes oníricas provocadas por los problemas mentales de Tomas, con la realidad; no. Es que más de una situación no tiene sentido y hasta incluso, termina generando risas.
A esto hay que sumarle que solo Ángela Torres parece haberse tomado en serio la película. La joven actriz levanta el nivel del film en cada una de sus apariciones, no solo entregando una buena actuación; sino que además aporta encanto y frescura. Ojala en el futuro la veamos en mejores proyectos.
Por desgracia, sus compañeros de elenco no siguieron sus pasos y ya sea por limitaciones en las habilidades de actuación (no queremos dar nombres, pero…) o por marcas del director, el resto del cast está muy por debajo de la muchachita.
Un viaje a la luna podría haber sido una interesante película sobre el paso de la niñez a la adolescencia, a la vez que introducía problemas sin resolver que acarreaba el protagonista desde que era chico. Por desgracia nada de esto pasa y tenemos como resultado una película sin rumbo, y para peor, que a muchos espectadores le va a generar risas no forzadas. Solo recomendable si se defiende todo lo que sea producción nacional.