Si bien desde un principio podemos llegar a creer que la opera prima de Joaquín Cambre es una típica película sobre el desarrollo de un adolescente incómodo, Un viaje a la luna termina siendo un filme interesante, pero con ciertas fallas que abruman.
La voz en off es una de ellas, tal vez demasiado para un chico con la complexión de Tomás (Angelo Mutti Spinetta). Otra cosa es que a medida que pasan los minutos pierde esa magia que propone al principio, en su intento por cambiar de tono pierde la esencia, hasta que sucede el clímax con el encierro en una aparente nave espacial (un recurso que me pareció de maravilla).
Pero obviamente no todo está mal: no es una típica película adolescente por lo cual ya es bastante, termina siendo un largometraje abocado a los sueños y la locura de un niño muy medicado por su psiquiatra (Luis Machín) y sobreprotegido. Con ciertos pases cómicos se completa un film disfrutable y ameno.