Secuela de la recordada adaptación italiana de Mamá se fue de viaje, en esta oportunidad veremos cómo la familia intenta recuperar el tiempo perdido en un viaje en una vieja casa rodante hacia Finlandia. Mientras Carlo sigue al frente de su casa, y choca con sus hijos, Giulia debe lidiar con una nueva oportunidad para crecer laboralmente. En el mientras tanto Papá Noel se cruzara con ellos para transformarlos. Una propuesta ideal para las fiestas y compartir en familia.
Secuela de la película italiana 10 días sin mamá (10 giorni senza mamma, 2019), que a su vez era una de las cuatro remakes oficiales de Mamá se fue de viaje (2017), comedia argentina dirigida por Ariel Winograd. En esta secuela toda la familia se va de viaje con mamá, dejando Italia y yendo hacia el norte en una motorhome. A ella le han ofrecido un puesto en Suecia y todos la acompañan por las rutas nevadas mientras se acerca la Navidad. En el camino se encuentran con un hombre vestido de Papá Noel que dice ser el verdadero Papá Noel y no alguien que lo está interpretando. Si la primera película ya estaba agotada, la segunda pelea para obtener alguna risa mediante los chistes que los hijos de la familia producen. Pero el giro navideño le cambia el tono y el estilo. Esta clase de films muestra la búsqueda del cine de gran parte del mundo por buscar productos cómodos, mecánicos y taquilleros. Fabio De Luigi, el protagonista, es una de las estrellas de la comedia italiana actual. Es lo mismo que la película, cómodo, mecánico y taquillero. Con un poco de simpatía, pero con la obligación de cerrar la película con más sentimentalismo que diversión.
En 2017 se estrenó Mamá se fue de viaje, una película argentina dirigida por Ariel Winograd y protagonizada por Diego Peretti y Carla Peterson que tenía un punto de partida muy convencional (un papá workaholic que debe hacerse cargo de sus hijos porque su esposa se va de viaje unos días). Pensada por Winograd como un homenaje personal a una de sus series favoritas, Los Simpson, fue un rotundo éxito comercial y produjo una descendencia profusa y –a esta altura ya es justo decirlo– bastante innecesaria, salvo que la única vara para medir sea la del rendimiento comercial. Se filmaron versiones –también muy taquilleras– en Francia, España (con Santiago Segura como figura) e Italia. De ese hilo sigue tirando ahora Alessandro Genovesi con esta secuela de la remake italiana (suena recargado porque realmente lo es), otro viaje de la mamá de turno, ahora con destino a Laponia, en la gélida Europa del Norte, para que sus hijos se encuentren con Papá Noel. Hay alguna situación divertida, personajes simpáticos (especialmente la pequeña Bianca Usai, un auténtico prodigio) y, obvio, la extendida cadena de interpelaciones emotivas que son tan comunes en estos casos. El resultado de un producto tan calculado, más allá de cuál sea su destino en boleterías, es olvidable, anecdótico en el mejor de los casos. Quizás el problema no sea la repetición insistente de puntos de partida tan transitados, sino la falta de imaginación para desarrollarlos con alguna audacia, algo de inventiva que provoque la complicidad de un espectador menos robotizado y tratado como simple presa del algoritmo.
Recordemos que es la secuela de la adaptación italiana de “Mama se fue de viaje” de Ariel Winograd. La familia que forman los muy populares en Italia Fabio de Luigi y Valentina Lodovini repiten el esquema de mama trabaja, con tics masculinos machistas en su vuelta al hogar, y papa cuida de los chicos y habla de “cosas de mujeres” con otras mamás extra comunitarias como recetas de cocina o actividades escolares de los chicos. Pero ese papá busca trabajo y el no conseguirlo lo llena de angustia entre chiste y chiste. Todo se complica cuando mama debe viajar a Estocolmo para una entrevista de progreso profesional que implicará la mudanza de toda la familia. Con esa excusa toda la familia se embarca en un trayecto de recomposición de relaciones, en una vieja caravana. Lo insólito llega con un señor que asegura es Papa Noel. La formula película para fin de año, repetición de un esquema conocido y mucho de sentimentalismo y supuesta “magia” para que a nadie le queden dudas de que lo más lindo es la familia unida. Ya lo decía hasta el cansancio un personaje de una recordada comedia argentina de finales de los 6O.