Un bolazo que emociona. La historia no tiene pies ni cabeza, pero las perfomances y las situaciones – cuando están ancladas a la realidad, como es la supervivencia de la familia después de haber perdido a uno de los seres queridos – son formidables… y eso es lo que salva a Un Viaje en el Tiempo de la quema. Por lo que veo, el libro es ampliamente superior pero prácticamente infilmable: quizás éste sea el caso en donde una miniserie hubiera sido el mejor formato. Como sea la película zafa aunque, cuando llega el momento de la fantasía, la directora Ava DuVernay se va de mambo con la imaginería visual.
En el fondo la historia no es mala. Científico obsesionado con viajar en el tiempo y el espacio (Chris Pine, cada vez mejor actor) deduce que se puede hacer el viaje si uno descifra la frecuencia de las dimensiones como si se tratara de sintonizar una radio. Para Pine, todas las cosas (en el micro y macrouniverso) están en realidad unidas por agujeros de gusano y con la frecuencia adecuada uno los abre y está al otro lado de la galaxia en un instante. La macana es que el flaco, al probar esto, abandonó a su familia compuesta por su esposa, su hija y el niño que recién adoptaron. Como detalle de la política inclusiva que gusta exhibir Disney, el elenco es multirracial e incluye latinos, morenos e hindúes. Como Pine tiene un matrimonio interracial su hija es la morenita Storm Reid, la cual tiene una sensibilidad descomunal. Su personaje es conflictuado – no logra procesar el duelo por la desaparición de su padre hace ya cuatro años – y va de nerd y solitaria, la cual se transforma en una fuerza de la naturaleza capaz de devorarse a quien le hable mal de su familia. Hay un pibe que le arrastra el ala y, por supuesto, su hermano adoptado, todos los cuales tienen cerebros super avispados (la Reid es un prodigio de matemáticas y física, aunque su conducta amenace con convertirla en una delincuente juvenil). En el momento de mayor desesperación se le presentan tres “hadas” (digamos así): Qué, Quién y Cúal, las que le advierten que su padre está vivo pero en peligro, y reside en el lugar mas peligroso de la galaxia: el Camazotz, una nebulosa de mal puro que amenaza dirigirse a la Tierra y enloquecer a los hombres para sumir en el caos al planeta.
Mientras que la primera hora es algo lenta pero sólida – construye el drama a costa de ser estática, lo cual deja en sopor al público infantil -, la segunda hora es donde empieza la fantasía y el viaje, y DuVernay te bombardea con imágenes fabulosas de mundos imposibles por donde los chicos y las hadas deben pasar para llegar al paradero de Pine. El drama con esto es que la causa de su existencia está totalmente traída de los pelos: por ejemplo, no sabemos nada de las hadas, por qué existen o por qué ahora (después de cuatro años) se deciden a ayudar a la Reid a encontrar a su padre. Tampoco sabemos donde quedan esos mundos fabulosos donde las flores hablan, hay brujos que perciben señales a través del universo, y existe esa nebulosa maligna (¿V’ger?), la cual crea todo tipo de mundos imaginarios para que los chicos atraviesen en su camino hasta la celda donde está preso Pine. Algo tiene que ver con el potencial de Reid, pero la batalla final con el Mal en estado puro carece de reglas claras y resulta frustrante.
Si la historia es mala (o está mal adaptada) y si las hadas son mas molestas que simpáticas, lo que uno disfruta son las perfomances de los personajes humanos, los cuales tienen una enorme calidez y tienen los sentimientos a flor de piel. Cuando padre e hija se reencuentran, dudo mucho que quede algún ojo seco en la platea. Es en esos momentos intimos en donde DuVernay (Selma) maneja la situación como los dioses; el drama es el aspecto fantástico, el cual lo pintaron como una excusa banal para pasear sin descanso por una tonelada de escenarios digitales hasta el esperado reencuentro con el padre al que creían muerto.
A Wrinkle in Time no es, por lejos, lo peor de Disney – considerando la enorme racha ganadora del estudio del ratón, éste fue uno de los pocos fracasos de taquilla que tuvo -, pero se salva por su emotividad. El cast es una maravilla (aun cuando lo de Oprah Winfrey, Mindy Kaling y Reese Witherspoon no sea mas que cameos glorificados) y a la hora de expresar emociones te conmueven… lastima que la trama no esté a la altura de las perfomances.