Un viaje en el tiempo arranca con un aviso de su directora, Ava DuVernay. Nos cuenta que la película está pensada para un público infantil y que para disfrutarla debemos dejar salir a nuestro niño interior. Esto nos advierte dos caminos: o la señora es una tierna y hay que abrazarla, o están abriendo el paraguas.
El Dr. Alex Murry (Chris Pine) está felizmente casado con su compañera de investigaciones, la Dra. Kate Murry (Gugu Mbatha-Raw). Tienen dos hijos Meg (Storm Reid) y Charles Wallace (Deric McCabe). Pero él sólo conoce a un pequeño Charles, porque tesereó y quedó perdido en algún lugar del universo. Ya volveremos sobre el término teserear. Ahora lo importante es que Alex Murry lleva cuatro años desaparecido, lo que volvió a su otrora brillante hija víctima del bullying.
Por motivos que solo se explican por la magia de Disney, tres seres con poderes sobrenaturales aparecen en la vida de los chicos y los llevan a buscar a su padre. Son la Señora Qué (Reese Witherspoon), la Señora Cuál (Oprah Winfrey) y la Señora Quién (Mindy Kaling), vestidas de colores extravagantes los invitan a teserear con ellas. Emprenden un viaje y si, lo encuentran. Y no es que nos de fiaca extendernos en la sinopsis, es que no pasa demasiado.
Hay que atender a varias cuestiones. Primero, el término teserear. Inferimos
que es “encontrar una frecuencia que te permita desplazarte a otra dimensión” pero es una deducción. Si es una película infantil, un concepto tan central debería ser explicado con más detalle. Remite (pero de modo negativo) al famoso supercalifragilisticoespialidoso: un término que sólo existe dentro del mundo de Mary Poppins.
Otra cuestión injustificada es que, por momentos, la Señora Cuál sea gigante. No es solo el hecho que no se explique, es que no tiene sentido, no aporta nada. La razón que se nos ocurre es que la actriz no podía ir a grabar, entonces se la grabó en croma key y la hicieron gigante para disimular.
En Loco x el cine tenemos un lineamiento general que es no ponernos muy técnicos. Es inevitable mencionar que Un viaje en el tiempo tiene una cantidad vergonzosa de saltos de eje y continuidad. El montaje en una película clásica es un recurso que tiene que estar orientado a generar un espacio uniforme y coherente. Hay momentos donde los personajes cambian de ubicación mágicamente. Uno aparece al lado de otro y en el plano siguiente, sin haberse desplazado, se aleja varios metros de la acción. Lo mismo con las miradas: se
supone que tienen que dar solución de continuidad, generar la sensación que los personajes están juntos. Hay secuencias que no se sabe a quién hablan. Si es una propuesta moderna y estas “irregularidades” ayudan a alguna construcción de sentido, son bienvenidas. Pero estamos ante un producto clásico orientado a un público infantil, tal como nos avisó su directora al principio, donde son errores.
La musicalización también es arbitraria. Lo que suena no termina de pegar con lo que vemos, y tampoco genera un contraste. Da más la sensación de que había que incluir a cómo de lugar algunos hits.
Las actuaciones, excepto el pequeño Deric McCabe, y algunos momentos aislados de Chris Pine son inverosímiles. La Señora Quién habla con frases hechas, citando al autor, por motivos poco convincentes. Dudosos para el espectador y para la misma Kaling. Witherspoon se ve artificial, exagerada. Y Oprah. Oprah gigante, es insalvable.
Un elemento que aparece con fuerza en reiteradas oportunidades es “el amor” como factor resolutivo de problemas. Entendemos que es Disney y que este tópico es recurrente. Nos puede parecer cliché, pero estamos dispuestos a aceptarlo si está bien formulado. No vamos a insistir mucho sobre este punto. A esta altura parece que estamos invadidos por una saña irracional. Pero no, estamos tratando de ser lo más objetivos posibles: Un viaje en el tiempo oscila entre insalvable e injustificable.