Historias son pocas, relatos los hay infinitos, por lo que Disney vuelve a recurrir a los arquetipos que le valieron el nombre, esos de viajes maravillosos, búsquedas, bien contra el mal, mezclando realidad y fantasía. Por esto es que posa sus ojos sobre la novela de Madeleine L’Engle escrita en 1962 para traer A Wrinkle In Time, que de la mano de Ava DuVernay se convierte en el primer film de la historia con un presupuesto de más de 100 millones de dólares que dirige una afroamericana. Sin embargo, la producción no logra ni una pizca de la calidad de los clásicos pertenecientes al estudio del ratón, con un viaje mágico que se torna aburrido y naif.