Es raro que antes de iniciarse la proyección de la película haya un clip en el que la directora Ava DuVernay hable a cámara y le explique al público qué es lo que quiso hacer, a quién está dedicada la película (niños de 8 a 12 años) e indique desde qué perspectiva deben los adultos entender el relato. Tal vez fue sólo en la función para la prensa, pero que aleccionen como desde un púlpito es un poco incomprensible. Como abrir el paraguas antes de tiempo.
Lo que sucede luego -la película- es lo que más alarma. Porque Un viaje en el tiempo es una (super)producción de Disney, y si la factoría se caracteriza por algo en sus largometrajes es por el entretenimiento. Y Un viaje en el tiempo es todo lo que quieran, pero no entretenida.
La historia, basada en una novela de Madeleine L’Engle que es un clásico en los Estados Unidos, sigue a Meg (Storm Reid), de 13 años, hija de madre negra (Gugu Mbatha-Raw) y un padre blanco (Chris Pine), con un hermanito adoptado de 6 años. Papá es un científico que desapareció hace cuatro años, y las compañeras del cole de Meg se burlan de ella.
O sea: también hay bullying. Pero por suerte Meg conoce a un trío de seres especiales, por denominarlos de alguna manera, interpretadas por mujeres (Oprah Winfrey, Reese Witherspoon, Mindy Kaling) que ayudarán a Meg, al hermanito y a un amigo en la búsqueda ¿intergaláctica? de papá.
Pero pronto aprenderán que , más que una búsqueda, se trata de un rescate.
El tono del relato -multicolor, multiétnico- es de new age, con frases rimbombantes y de autoayuda. Hay cosas que no se comprenden o sino bordean el ridículo. Y hay, sí, imágenes impactantes, secuencias muy bien rodadas que incluyen flores y viajes en el aire al mejor estilo Avatar. Técnicamente lo que se ve es irreprochable.
Lo que es extraño es que en la primera película con fuerte producción a sus espaldas, DuVernay (las nominadas al Oscar Selma y el documental 13th), haya desperdiciado tanto, o se haya perdido ella misma.
En momentos en que la corrección política impera, el filme es recibido con bombos y platillos. Lo dirigió una realizadora, además, de raza negra, hay muchos intérpretes negros, y la mayoría son mujeres. Pero si los chicos son los principales destinatarios del filme, también en estos tiempos se se desea adoctrinarlos hay que conmoverlos, seducirlos. Un viaje en el tiempo está lejos de lograr un cometido y otro.