Con consejos espirituales
La nueva película del director Ang Lee invita al placer visual y al viaje de los sentidos, con reflexiones típicas de Hollywood pensadas en voz alta. Tiene grandes efectos en 3D.
Asombrosa desde el aspecto visual con sus efectos en 3D que sorprenden y asustan en dosis similares. Didáctica, declamativa y espiritual en su propuesta expresiva que alecciona e irrita en varias de sus escenas. Bajo esos dos polos puede comprenderse a la última película del ecléctico Ang Lee, cineasta asiático competente pero sin una única visión del mundo, con antagonismos temáticos y formales como El tigre y el dragón y Secreto en la montaña como visibles exponentes.
Pero Una aventura extraordinaria es otra cosa, bien lejos de aquellos chinos karatecas que volaban por los aires y de la historia de amor entre dos cowboys con estética de publicación gráfica queer. Es muy distinta porque valiéndose de un mínimo argumento, la película invita al placer visual, al viaje de los sentidos, al asombro permanente, como si estuviera en un acuario virtual previo paso por una relectura de Siddartha adaptada al universo espiritual de estos días.
En esa mezcla entre reflexiones aforísticas (ay, otra vez Hollywood pensando en voz alta) y el cara a cara entre el personaje central y un tigre de bengala, fluctúan las dos horas de Una aventura extraordinaria. Asombrosa, vacía, obvia, recurrente, placentera: cualquier apelativo le viene bien. Lee estructura el relato a través de flashbacks y toma como centro al Sr. Pi, que es visitado por un periodista para que le cuente una historia sobre ese famoso tigre de bengala. La geografía es la de India aggiornada por Hollywood (Slumdog millionaire de Danny Boyle, por ahí viene la mano) y durante esa primera (casi) mitad del film los lugares comunes no se ocultan en ningún momento. Pero entre otros personajes, humanos, animales o de computación, aparece el Sr. Parker, el felino peligroso en cuestión.
Por indicadores del guión y de la obra literaria original, se producirá un viaje familiar, con un pequeño zoológico incluido, y un tremendo naufragio que convertirá a las parrafadas verbales del inicio en una aventura sobre la supervivencia. De allí en adelante está lo más interesante, ya que Lee se las arregla para mantener cierta tensión con un bote, un tigre, un joven hindú y una improvisada canoa que le sirve al Sr. Pi para controlar los movimientos del Sr. Parker. Pero no, hay mucho más: una lluvia de peces voladores, una tormenta que amenaza llevarse todo, una ballena que muestra su destreza en una noche de estrellas, el silencio, el miedo, la complicidad entre Pi y Parker y todo aquello que pueda imaginarse con la utilización del 3D como necesidad única e imperiosa.
Vale plantearse, entonces, si esto es cine u otra cosa; tal vez se trate de un pedagógico combustible espiritual junto a una visita a un zoológico virtual donde un tigre de bengala no es como se lo conocía hasta ahora.