Cinco minutos dentro de la hermosa narrativa que tiene Life of Pi y ya uno puede predecir el futuro que tendrá la película en las sucesivas entregas de premios; y es que Hollywood ama lo bollywoodense, y esta encaja perfectamente en todos y cada uno de los requerimientos de este tipo de historias.
Ya lo hizo una vez un director tan ecléctico como Danny Boyle con su Slumdog Millionaire, así que ¿por qué no podría salirle lo mismo al loado Ang Lee? Ciertamente la fabulosa vida de Pi Patel, basada en la novela de Yann Martel, tiene mucho más sentido y coherencia que la retratada por el británico, y una moraleja mucho más profunda y asible, aunque eventualmente caiga en los mismos lugares comunes del género melodramático. Mal que mal, Ang Lee y su guionista David Magee (Finding Neverland) logran mantener al espectador cautivado con una historia realmente fascinante de dos horas. En ella podemos conocer al protagonista, un personaje con todas las letras, cuya hoja de vida particular inspiró a un escritor a creer en la existencia de Dios luego de un brutal naufragio que dejó al joven sin familia y con la sola compañía de un arisco y de poco fiar tigre de Bengala a bordo de una balsa.
Lo que hace grande a Life of Pi también termina por delimitarla. No hay dudas que la pelea por sobrevivir de Pi tiene un atenuante pesadísimo con el tigre Richard Parker -sí, con nombre y apellido viene el asunto-, pero eventualmente el film decae en su ritmo y todo se reduce a ver al ingresante Suraj Sharma ingeniárselas para lograr una actuación impresionante, ya que gran parte de la película lo tiene como foco a él y a los animales -sobre todo al felino-, creados casi completamente en digital. La aleccionadora historia sobre la religión nunca termina de consolidarse y parece un panfleto bíblico, pero no afecta el todo porque Ang Lee prefiere maravillar con una película que va más allá de lo técnico y resulta en un festín deslumbrante de colores, desde esos créditos iniciales llenos de un 3D con profundidad pasmosa, que marcan la calidad que tendrá en su totalidad.
Por mucho que la historia o los efectos arrasen con la mente del espectador, es imposible dejar de ver a Life of Pi como una mezcla entre Cast Away, por la temática obvia, y Forrest Gump, por la construcción del personaje de Pi (todo a partir del extraño nombre completo). No deja de ser un film visualmente impresionante que marca un antes y un después técnica y visualmente, pero sencillamente no es una historia de vida trascendental como parece serlo.