Anexo de crítica
Varias vertientes narrativas confluyen en la recientemente nominada al Oscar en once rubros Una Aventura extraordinaria –Life of Pi-: en la superficie es la historia de un naufragio protagonizada por Pi Patel –Suraj Sharma en su etapa adolescente, Irrfan Khan para su adultez-quien durante los 7 meses que duró su travesía marítima debió sobrevivir no sólo a la hostilidad de la naturaleza sino a la ferocidad de su compañero de viaje, un tigre salvaje de Bengala perteneciente, como otros animales, al zoológico familiar; más en lo profundo, se despliega la historia de un adolescente que en su niñez procuró abrazar todas las religiones para poder entender finalmente la fe y que en una etapa de crisis espiritual se halla a la deriva por decirlo de algún modo simbólico entre creer y no creer; la tercera corriente que atraviesa este inmenso océano narrativo se entrelaza con la segunda versión de la misma historia y tiene que ver con una épica de la superación en situaciones límites, que se reviste de todos los artilugios de la narración y la imaginación para volverse un relato de dimensiones extraordinarias, como aquellas novelas de Julio Verne o Emilio Salgari, ricas en descripciones de mundos imposibles o desconocidos que invitan a la aventura del conocimiento.
Poco importa descubrir la manipulación digital para dar vida al tigre o a los animales que sobreviven en el bote junto a Pi, segmento que conmueve por su intensidad dramática además de impactar visualmente gracias a la fotografía del chileno Claudio Miranda, así como tampoco puede dejarse de lado la primera mitad del film donde el director Ang Lee adopta y adapta a su película el estilo de Bollywood-así se denomina a la industria Hindú- con un atractivo arraigo en lo tradicional pero sin descuidar los aspectos formales y sin caer en exotismo carente de contenido.