Una aventura fallida Los primeros minutos de Una aventura simple (2017), ópera prima de Ignacio Ceroi, dan la sensación de que nos vamos a encontrar con una obra en la que entremezclarán formas y estilos característicos de cineastas personales como Mariano Llinás, Alejo Moguillansky o Matías Piñeiro. Diez minutos después nos damos cuenta de todo es una ensalada rusa que va perdiendo fuerza a medida que los escasos 65 minutos de duración avanzan. Luego de encontrar una escultura en la selva Edgar desaparece sin dejar rastro alguno. Años más tarde su hija iniciará una búsqueda por el Amazonas peruano junto a su novio. La película intenta ser un montón de cosas pero no llega a ninguna. Luego de un inicio épico que remite a Historias Extraordinarias (2008), de Mariano Llinás, pasa por el rebose juvenil literario que Matías Piñeiro ponía en escena con Todos mienten (2009), para finamente concluir en la aventura antropológica que Alejo Moguillansky llevó adelante en El escarabajo de oro (2014). El problema no son las influencias, ni las referencias, ni las licencias que el autor se toma para fragmentar el sentido común. El problema es que la historia no se puede sostener por sí sola. Y lo que empieza bien termina mal. Ceroi no logra mantener el interés de lo que cuenta pese a los esfuerzos que hace dividiéndola en episodios, rompiendo la linealidad, apostando por el absurdo y empleando una banda sonora pop que la vuelve un poco más amable. Ignacio Ceroi no es Mariano Llinás, ni Alejo Moguillansky, ni Matías Piñeiro. Tampoco se supone que lo quiera ser y un mal paso lo da cualquiera. Lo que resulta inconcebible es que una película de estas características haya sido seleccionada para la principal competencia del [19] BAFICI.
Bienvenido Ignacio Ceroi al cine. La ópera prima de este novel realizador, si bien es irregular, encuentra un estilo cercano a otros directores independientes que se permiten jugar con el soporte y con la estructura. Comenzando con un hallazgo y una pérdida en el pasado, para luego avanzar en una búsqueda en el futuro, Ceroi intenta desandar vínculos y situaciones para configurar un relato sobre la identidad de una joven y su desesperado intento por recuperar a su padre. La irregularidad y la estructura espasmódica le juegan en contra.
Una Aventura Simple Dirección: Ignacio Ceroi Sección: Competencia Internacional Una resignificación del término aventura. La ópera prima de Ignacio Ceroi encuentra un tono dinámico y vertiginoso sobre una historia que es sencilla pero se la expone más compleja de lo que es, en eso el juego inicial otorgado desde el título es astuto. La historia del film empieza en 1995, cuando Edgar y David encuentran una escultura en una excavación arqueológica. Obsesionado con el hallazgo, Edgar se va a Perú para buscar a una figura mítica llamada Shapshico y desaparece. Luego nos situamos en 2021, el presente de la película donde María (Camila Rabinovich) quiere buscar a su padre, pero sobre eso nos concentraremos en el final. En el medio, se muestra un universo muy urbano y colaborativo, con una banda sonora compuesta principalmente por grupos independientes, como Las Edades, Chico Laser o Mi Amigo Invencible. Así María se vincula con Ramiro (Ramiro Bailiarini) y empiezan una relación tan sobria como tierna, sustentada por el buen trabajo de los protagonistas. Entre robos, fiestas, recitales, intentos de comunicaciones a través de arboles y viajes, el film salta de un punto al otro logrando esa aura propia del cine independiente con un dinamismo constante que por momentos marea en su estructuración y puede resultar un poco confuso con tanta información a procesar. Una vez en el viaje a Perú, Ramiro y María están decididos a buscar a Edgar y allí los planos y la fotografía toman otro color y un espíritu distinto, que logra su clímax en el relato fantástico del guía amazónico. En ese sentido “Una Aventura simple” se muestra como un relato místico indie, con espíritu urbano y sorprende por eso.
Del pasado, al presente y el futuro, Una aventura simple construye un relato atípico que por momentos se desinfla y en otros repunta. La historia sigue a María, es el 2021, que pasa gran parte del tiempo viviendo con otros jóvenes. “Recreando” un lenguaje con los árboles, bailando y charlando. El conflicto comienza cuando se entera que está vivo su padre, un arqueólogo obsesionado con una figura que encontró hace 30 años y que todavía sigue perdido en el Amazonas . María junto a un amigo se dirigen hacia allí. Encontrarse con esta película puede ser un desafío para más de uno ya que gran parte de la estructura del film es irregular. Mientras que en la primera parte los chicos experimentan una vida sin rumbo, recién entrado el desarrollo del segundo acto es que la “aventura” comienza a tomar forma. Este paso de un ritmo lento a un violento robo filmado con un travelling, terminando en un archivo de observación del Amazonas, puede ser desconcertante. El punto más interesante del film es el choque entre el pasado y el presente. Los comienzos de la humanidad y sus leyendas en contracara con la monotonía y desapego de la modernidad. También hay un paralelismo en la búsqueda de los orígenes, yendo de algo general (como es el estudio de las viejas civilizaciones) a algo más personal e individual (como el reencuentro de un padre perdido). Hay algunas cuestiones con respecto a la credibilidad del film dentro de la ficción. Adentrarse en el Amazonas sin ningún guía o protección, resta peso, salvo que su intención fuera la de construir intencionalmente un inverosímil.