Las chicas al escenario
El documental de Marilina A. Giménez tiene dos objetivos: dar a conocer a una gran cantidad y variedad de bandas compuestas por mujeres que no tienen la difusión ni el reconocimiento que merecen, y contar esas historias desde su condición femenina que encuentra en la actualidad el momento para emponderarse y luchar por romper con el patriarcado.
Es una historia sobre música pero también sobre derechos y libertades, pero sobre todo, es una historia sobre mujeres con experiencias, ideologías y actitudes que las definen. Con mucha habilidad la directora -que conformó una de las bandas en el pasado- va contando la historia de cada una de las chicas, a quienes deja expresarse a cámara para que las historias de cada banda sea contada por sus protagonistas. Pero también en su relato las chicas cuentan su experiencia de ser mujeres en un universo de hombres, los padecimientos y dificultades a las que se enfrentan a diario y sus maneras de hacer frente a las circunstancias.
Gracias a esto la película nos genera empatía con las chicas desde el primer minuto. Sabemos como piensan y cómo sienten y porqué hacen lo que hacen. Por ende recién en la segunda mitad, cuando empezamos a ver imágenes de los shows con los temas completos podemos apreciar la dimensión de lo que hacen sobre el escenario: el sentido de las letras, actitudes y bailes, su razón de ser más allá de la pegadiza melodía que se convierten en un medio de comunicación, de expresión y hasta de liberación.
Pero por suerte, estas chicas no cantan tangos melodramáticos cargados de situaciones traumáticas, sino que convierten ese dolor en energía, en catarsis liberadora que invita a bailar y divertirse con letras inteligentes que buscan dar vuelta la ecuación del patriarcado. La idea es vibrar al ritmo de los movimientos de emancipación femenina. Basta escuchar a Ibiza Pareo, Yilet, Chocolate Remix, Las Kellies, Kumbia Queers, Liers, Las Taradas, Kobra Kei, Sasha Sathya, Miss Bolivia, entre muchas otras, para detectarlo.
Una banda de chicas (2018) es una película que vibra, marca una época y hace confluir una serie de emociones cruzadas en sus protagonistas que, como artistas, trasmiten sus emociones a flor de piel. Marilina A. Giménez les rinde homenaje pero también muestra la punta del iceberg del movimiento social que lucha por Ni una menos y la despenalización del aborto. La manera de hacerlo no es mediante explicaciones de sociólogos como haría un documental tradicional, sino con la pasión y el sentimiento de ser parte de esa fuerza vital imparable que se palpita, tanto en la calle como arriba de un escenario.