Burnt en ingles significa quemado. Este adjetivo se aplica a la comida, y podemos asumir que el titulo de la película se refiere a eso, ya que se trata de un chef. Pero en realidad, asumo que se refiere a su protagonista, ya que otra acepción para Burnt es una persona que esta “quemada”, agotada por su trabajo, o lo que fuera. Destruido por el stress y que ha tocado fondo.
Volviendo de esa situación encontramos a nuestro protagonista, Adam Jones (Bradley Copper), que vuelve a Londres para lograr uno de los máximos galardones que puede tener un chef: su tercera estrella Michelin. En su camino a lograrlo, rehace los vínculos con varias personas de su pasado, tratando de subsanar las cosas que hizo en la espiral descendiente que lo llevo a desaparecer luego de “quemarse”.
La película, tiene algo muy atractivo, que deviene de la estructura de la épica deportiva. Si quitamos que se trata de comida, y tuviéramos que describir en una línea la trama, seria: “Un hombre, luchando para volver al mundo de (inserte profesión) y demostrar que es el mejor y al mismo tiempo redimirse”.
Y eso es lo mas atractivo, sin importar cual sea la profesión, la lucha de una persona de extraordinario talento, luchando contra sus demonios, llegando a la cima, creciendo en el proceso, en un mundo con reglas que nos son extrañas pero de alguna manera lógicas. Un “loco” que convierte algo diario en arte, y se apasiona con cosas que parecen mundanas, hasta que pasan por sus manos y se transforman en otra cosa.
Con un reparto sólido, que incluye a Sienna Miller, Omar Sy, Matthew Rhys y Daniel Brühl (todavía no entiendo porque eligieron a un actor alemán, para representar a una persona de origen latino, ya que a veces el acento parece francés), y sin golpes bajos ni sensiblerías innecesarias, Burnt es un gran entretenimiento.