Para hablar de Una buena receta conviene de entrada aclarar algo en defensa de este oficio de mirar películas y opinar sobre ellas: quienes alguna vez se sintieron ofendidos por una crítica cinematográfica quizás desconozcan la implacabilidad en sus juicios y la influencia que profesa crítica gastronómica. Si no, que lo diga el chef Adam Jones, protagonista del film, cuando le pregunta a una conocida reseñadora: "¿Cuántos restaurantes vas a cerrar hoy?" Justo él, que lo que más desea en el mundo es la tercera estrella (estándar de calidad en la crítica culinaria) que otorga la prestigiosa revista especializada Michelín.
Adam (Bradley Cooper) viene de pasar una temporada en el infierno. Otrora celebridad, dirigía la cocina de un reconocido restaurante en París pero su adicción a las drogas lo llevó a abandonar este trabajo y terminar, degradado, en otro lugar inferior. Cuando Adam cree que ya cumplió su penitencia, se instala en Londres e intenta reclutar a su antiguo equipo para lanzar un nuevo restaurante en un lujoso hotel. Pero ubicar a sus ex compañeros no será fácil: uno está preso, otros quedaron resentidos con él por su carácter, y así. Finalmente, rearmará el team, al que se le sumará la bonita y eficiente Helene (Sienna Miller), de la que -claro- Adam acabará enamorándose.
Una buena receta ahonda en el universo detrás de los mostradores y hace una crítica nada solapada al estatus que adquirieron algunos chefs (prohibido decirles "cocinero"). Adam es una de estas "estrellas": suele ser arrogante y caprichoso, y continuamente humilla a los suyos, pero, como dictan los cánones hollywoodenses, con el tiempo se humanizará. Cooper está bastante bien en ese papel, pero lo que no funciona en la película son algunas situaciones secundarias que aportan poco (la deuda por drogas, con su consiguiente paliza) o bien no están del todo desarrolladas (un presunto romance con la hija de su ex mentor). Como mérito adicional, hay que destacar el trabajo de la fotografía, cuyos planos detalle hacen ver suculentos a los platos y confirman eso de que la comida entra por los ojos.