Un plato difícil de comer
Las historias de redención siempre tienen un tópico que la disparan pero el fin es el mismo: llevar a un personaje a la gloria perdida o vencer los demonios que le impiden a este enfrentarse a un desafío y superarlo. Esto se ha visto varias veces en el cine, sobre todo en películas deportivas. En el caso de Una buena receta (Burnt), la variante es que esta historia de sepultar los demonios personales se sitúa dentro del mundo de la gastronomía.
Un reconocido chef llamado Adam Jones (Bradley Cooper) fue uno de los más importantes pero las adicciones y mal carácter lo llevaron a estar desaparecido por tres años. Su restaurant consiguió dos estrellas de la exclusiva guía Michelin que elige a los mejores y los clasifica siendo tres el máximo, ahora decide volver buscando el apoyo de Tony Belardi (Daniel Brühl), el manager del restaurante que Adam planea convertir en el mejor. También necesitará a los mejores en su cocina por lo que formará un equipo con Helene Sweeney (Sienna Miller) una notable sous chef con la que pasará del odio de la cocina a brindarle la estabilidad emocional que este necesita; Michel (Omar Sy) un gran conocido pero una serie de traiciones causaron un corte en la amistad que parecía no tener solución; y David (Sam Keeley), un joven que se está abriendo paso a fuerza de talento. También recibirá la ayuda de una terapeuta (Emma Thompson).
Con ayuda de un buen montaje la comida es mostrada de manera irresistible pero no hace nada para llegar más allá de la experiencia visual, cae en todos los clichés que se han visto en estas películas de redención y se solventa en las actuaciones.
Bradley Cooper no deslumbra pero tampoco es un desastre. La mejor de las actuaciones es la de Daniel Brühl, sus idas y vueltas con el protagonista son lo mejor de la película, además Emma Thompson con pocas intervenciones logra ser el sostén psicológico y ponerlo en su lugar. Quien merece algunos minutos más en pantalla es Simone Forth (Uma Thurman), un interesante personaje, crítica gastronómica de las más reconocidas, sus palabras hacen temer a cualquier restaurante.
John Wells demuestra al igual que en su película anterior Agosto (August: Osage Country, 2013) que es capaz de dirigir un gran elenco multiestelar pero el guion de Steven Knight le deja algunos baches que no es capaz de sortear con éxito.
Es inevitable comparar a Una buena receta con la genial Chef (Jon Favreau, 2014), y si bien ambas son comedias la primera es más oscura y no tiene ese desparpajo y calidez que tan bien caían en la del director de Iron Man (2008), además de que los personajes no generan empatía a pesar de ciertos momentos donde los quieren dotar de sentimentalismo.