Nada mal aunque esta película la vimos un millón de veces: un tipo pedante que se redime. También hemos visto varias veces historias de chefs y cocineros top (las mejores siguen siendo Ratatouille y Chef, la de Jon Favreau). Y también hemos visto muchas veces a Bradley Cooper pasar de tipo insoportable a tipo amable. Bueno, todo eso se combina en esta comedia donde el personaje cocinero es Cooper, ha caído, se levanta, quiere una estrella Michelin y se enamora. Lo que hace del film ampliamente visible es que deja vivir a sus personajes, las cosas se desarrollan sin golpes bajos y todo parece natural. La manipulación y el lugar común pasan inadvertidos mientras nos interesamos tanto por el protagonista y su entorno como por esos platos (no sé ustedes, pero quien esto escribe siente especial debilidad por ver cómo se cocina). ¿Que no va a cambiarle la vida a nadie? Sí, seguro: no va a cambiarle la vida a nadie. Pero en un panorama cinematográfico donde los fragmentos de vida narrados con gracia escasean, no está ni mal ni de más.