Una receta no tan buena como promete el título
Con el tiempo, esta película será material de referencia en los seminarios de management, para tratar cuestiones referidas al manejo del personal creativo, trato y maltrato de los subordinados, desarrollo motivacional, conciliación de intereses en pro de una meta común o al menos de una convivencia alrededor de la mesa, en fin, esas cosas. Pero aclarando siempre: el personaje protagónico es un ejemplo de lo que No hay que hacer.
Dicho personaje, chef de alta escuela, es un energúmeno caído en desgracia que quiere redimirse alcanzando el triunfo a nivel profesional. Para el caso, debe alcanzar la mejor calificación de la famosa Guía Michelin. Lo logrará si el personal cumple debidamente, el gerente lo banca en todo, y los acreedores no le rompen la cara, cosa que más de uno desea.
"No bueno ni excelente sino perfecto", exige a sus ayudantes. Y a quien le pide un día libre por comprensibles razones familiares se lo niega con un falso elogio: "El problema de ser bueno es que te vuelves indispensable". Linda frase. Pero hay otra todavía mejor, que alguna de sus víctimas podría aplicar en el mejor momento: "La venganza es un plato que se sirve frío".
La obra puede decepcionar a quienes vayan por la propaganda de una "graciosa y emotiva historia sobre el amor, el amor por la comida, y el poder de las segundas oportunidades". No es graciosa ni emotiva, y los amores, si existen, poco se aprecian. Pero no decepcionará en absoluto a las espectadoras que vayan a comerse a Bradley Cooper con la mirada. El tipo está casi todo el tiempo en pantalla. Del resto, se ven algunos rincones de Londres, varios platos que parecen de muestra gratis pero son carísimos, y unas cuantas figuras que se desperdician sin remedio. Director, John Wells, el de "ER Emergencias", "Agosto" y "The Company Men". Asesores, los chefs Marcus Wareing y Mario Batali.