Volver a empezar (en la cocina)
Una buena receta (Burnt, 2015) deambula en estereotipos y lugares comunes del género que se enfoca en la cocina como posibilidad narrativa, tal como Un viaje de diez metros (The Hundred-Foot Journey, 2014) habla del esfuerzo y la pasión como motores para el cambio y la superación personal, por mencionar otro film similar. Pero acá la apuesta se redobla, al incorporar en la trama temas como las adicciones, punto determinante para que el protagonista asuma su regreso.
Adam (Bradley Cooper) está de regreso. Tras haberse retirado de manera intempestiva del mundo de la alta cocina, querrá recuperar -como un desafío personal- el espacio que hace tiempo tenía con nombre de peso. Sucede que el largo tendedero de desastres que dejó tras su huida (engaños, traiciones, deudas, etc.) le hará dificultosa la tarea. El primer encontronazo lo tendrá con Tony (el siempre efectivo Daniel Brühl), un ex compañero de restaurante que ahora regentea el hotel de su padre y quien intenta persuadirlo para contratarlo como el chef del lugar.
El director John Wells se introduce en la cocina del restaurante y por momentos nos permite alimentarnos de la vorágine y la dinámica que hay detrás. Mientras como comensales sólo asistimos al producto terminado en un plato, el film se esfuerza por mostrarnos el cómo se vive el antes y durante de una preparación previa a la mesa.
En tiempos en los que los programas de TV enfocados en la búsqueda de creadores culinarios está en auge, Una buena receta se plantea como la antítesis de estos, narrando de manera digresiva por momentos, y privilegiando la creación psicológica de los protagonistas para luego hacer una exacta combinación de todos los “ingredientes” (puesta, ritmo, actuación, etc.) que terminan por consolidar su propuesta (atentos a su relación con la chef).
Bradley Cooper se separa de papeles anteriores dotándo a Adam de una ingenuidad inusual que permite generar empatía con él y con su devenir: el de un hombre sólo que intenta demostrarse a sí mismo que aún está de pie y con las herramientas necesarias para salir adelante, a pesar de todo.