Es una coproducción entre Alemania, Bélgica, Luxemburgo y Noruega, y llega a las salas como una opción animada no sólo para el público infantil sino también para el adulto.
Sería interesante que no sólo las películas de animación albergaran cierta esperanza en las personas, aunque últimamente, los dibujitos animados parecen ser el único resguardo del humanismo. El mundo ya es demasiado cruel como para que, encima, tengamos que soportarlo en la mayoría de los estrenos de cine.
Una cigüeña en apuros es una coproducción entre Alemania, Bélgica, Luxemburgo y Noruega, y llega a las salas como una opción animada no sólo para el público infantil sino también para el adulto que tenga ganas de dejarse ilusionar por una historia.
Al comienzo se ve a unos gorriones en busca de comida y nos instalamos de inmediato en el ecosistema de las aves. A los pocos minutos presenciamos el primer momento fuerte: estamos frente a una tragedia, pero en el modo de contarla hay una decisión formal acertada. Los directores Toby Genkel y Reza Memari utilizan el fuera de campo para dar entender lo que pasa con los padres del gorrión llamado Richard.
Pero la vida se impone, y al recién nacido lo descubre una cigüeña y lo adopta sin pensarlo. El cariño de madre que le brinda al instante es sincero y la escena funciona como metáfora, como ejemplo de vida y como lección de cine. Al marido de la cigüeña no le cae bien la idea incorporar a Richard a la familia porque es un ave de otra especie. Sin embargo lo acepta, aunque sólo hasta el otoño, cuando emigrarán hacia África para evitar el invierno.
Richard no ve la realidad. Él es un gorrión y por lo tanto no podrá migrar con ellos. Cuando las cigüeñas deciden dejarlo y partir sin él, empieza la aventura. Richard intentará llegar hasta el África a toda costa, y en el camino se encontrará con varios personajes pintorescos, algunos simpáticos y otros no tanto.
Una cigüeña en apuros es un manual de ornitología para niños que tiene momentos muy entretenidos y un sentido del drama tan cuidado como efectivo. Lo fuerte de la película es, sin dudas, su pulso para la aventura y para llevar adelante el relato a fuerza de situaciones desopilantes. Y es también una animación sobre la aceptación de uno mismo y del otro, y sobre la perseverancia.