Tras su paso por el Baficito, llegan a los cines nuevas aventuras desde el cielo de la mano de esta propuesta animada en 3D, donde la prosa y la dirección destacan en un guion no tan sólido.
El año pasado, el estreno de “Cigüeñas” (“Stork”) generó sorpresa y empatía por los plumíferos en la pantalla grande. Ante esta adversidad, se encuentra la obra “Una cigüeña en apuros” (“Richard the stork”), que no apela tanto al chiste como su antecesora sino al melodrama y a la epopeya.
El film es una versión libre del clásico cuento “El Patito feo”, donde Richard, un gorrión adoptado por una familia de cigüeñas, deberá emigrar a África por su cuenta porque su familia está obligada a emprender ese viaje. La pequeña ave no se dejará llevar por su estatus diferente y tomará la decisión de seguir los pasos de sus seres queridos, cueste lo que cueste.
Su composición tarzanica en la familia, y la eterna mirada de un padre que no aprueba su insistencia, hace que Richard quiera demostrar que merece un lugar ahí y que, a pesar de no tener las mismas características, tiene la misma voluntad y decisión que ellos. Junto a un búho excéntrico y un loro frustrado se someterá a un trayecto lleno de peligros y desafíos antes de llegar a la tierra deseada.
Sin embargo, cada uno de los personajes del trío protagónico abusa de su rol, generando vaivenes en los mismos diálogos, una deficiencia que se mantiene a lo largo de la cinta. Por el otro extremo, los secundarios responden de forma elocuente y muestran simpatía en su desarrollo, como son los casos de los cuervos y las palomas.
Dentro del mundo de la animación antropomórfico, los nuevos animales ejecutados por computadora olvidan sus características principales (solo son imágenes con un parentesco con la realidad). En cambio en este largometraje, los protagonistas no podrán escapar a su esencia natural, algo que se ve reflejado con algunas muletillas dentro de sus propios discursos. Un pequeño gesto que rompe con la construcción impuesta hace años de que los rasgos animales en vez de aparecer naturales son ridiculizados o parodiados.
Al momento de emprender, “Una cigüeña en apuros” encuentra su parecido en “Madagascar”, donde se toma a África como el territorio celestial y los personajes mutan para lograr su cometido. La aceptación de las limitaciones propias y la tolerancia por las diferencias hacen que ambas situaciones compartan similitudes. Pero es el ángulo de la inocencia con la que se filma el que hace que la cinta de Toby Genkel y Reza Memari se destaque.
La propuesta hace vuelo, metiéndose en un drama con tintes melancólicos y se asegura sus alas de oro en la dirección, en especial énfasis, en las escenas de vuelo. Al fin y al cabo no todo el cine animado queda suspendido en chistes y gags.
Puntaje: 3.5 /5