Review por Alina Spicoli
Una conversación especial
“Una Entrevista con Dios” (An Interview With God, 2018) es una película dramática dirigida por Perry Lang y escrita por Ken Aguado. Protagonizada por Brenton Thwaites (El Dador de Recuerdos, Piratas del Caribe: La Venganza de Salazar) y David Strathairn (Crimen Perfecto, American Pastoral), el reparto se completa con Yael Grobglas, Charlbi Dean Kriek y Hill Harper.
La historia se centra en Paul Asher, periodista que ha vuelto a su hogar luego de cubrir la guerra en Afganistán para el periódico El Heraldo. Encargado de la sección de teología, Paul se dirige al parque ya que debe entrevistar a una persona. Para sorpresa de él, una vez que enciende el grabador y le pide al señor que diga su nombre éste responde
que es Dios. En medio de una crisis de fe y al no estar pasando por un buen momento con su esposa Sarah (Yael Grobglas), Asher irá descubriendo cada vez más detalles de la deidad a medida que pasan los tres días en los que la reunión fue pactada.
Sin tener ningún tipo de originalidad en cuanto a los planos y encuadres con los que se decidió contar el relato, la película sabe a qué público apunta por lo que es sabido que será aceptada en la comunidad cristiana. Ideas sobre la existencia de un único Dios verdadero, el poder de la oración, el amor que hay que tener hacia el prójimo, la salvación, los mandamientos y la afirmación de que “las cosas malas también le pasan a gente buena” abundan en un filme que luego de sus primeros minutos termina aburriendo demasiado.
Esto se debe a que las conversaciones entre Dios y el periodista, sentados frente a frente, conforman casi todo el metraje. El problema no es que la cinta sea muy hablada, sino que el diálogo en muchísimos momentos pareciera no conducir hacia ninguna parte. Que Paul se enoje en repetidas ocasiones porque Dios cambia la dirección de la
entrevista para hablar sobre los problemas de la vida privada del joven solo genera unas repetidas y extensas discusiones a los gritos que acrecientan la monotonía del filme.
Aunque se expongan temáticas interesantes tales como que el ser humano tiende a esconder las cosas malas que le suceden, qué será del futuro y cómo es imposible que seamos perfectos, el guión no profundiza demasiado en nada. Por otro lado, hay diversas escenas de relleno, en especial del protagonista andando en su bicicleta y poniéndole el seguro para que no se la roben.
Teniendo en cuenta que el jefe del periódico ni siquiera se sorprende cuando Paul le comunica a quién está entrevistando o que Asher por mero presentimiento sabe en qué ámbito será cada encuentro con Dios, la mínima verosimilitud se termina perdiendo. No obstante, las actuaciones tanto de Brenton Thwaites como de David Strathairn
consiguen ser correctas.
“Una Entrevista con Dios” podría haber funcionado si estuviera mejor estructurada, si los tópicos contaran con un mayor análisis y si no se hubiese tomado la decisión de meter a un personaje “relevante” que ni siquiera aparece en pantalla (Matt, amigo de Asher que sufre de estrés post traumático). A pesar de ello la película puede llegar a
funcionar en los que busquen una trama sobre la pérdida y recuperación de la fe.