Dios llega nuevamente al cine pero esta vez en formato de diálogo cara a cara con un periodista en Una entrevista con Dios de Perry Lang, una idea que podría ser original pero que termina bajando línea o apuntando a lo personal.
Brenton Thwaites es Paul Asher un periodista que regresa de la guerra en Afganistán con varios problemas en su vida. Por un lado su matrimonio está en peligro y por el otro intenta determinar el significado de su existencia y de aquellos que conoció en el conflicto bélico. Pero su vida da un vuelco cuando acepta una entrevista con un hombre que dice ser Dios (David Strathairn). Tiene tres encuentros con él y en cada uno de ellos comienza a cuestionarse y a debatir los dilemas existenciales del ser humano.
En toda película reflexiva el parámetro es que el guion y las situaciones que afrontan los personajes transmitan un mensaje que genere un desconcierto o incertidumbre al espectador. Cuando hablamos de Dios en el cine muchas veces se nos viene a la mente Morgan Freeman en Todopoderoso, pero mientras la comedia era el punto fuerte de esa saga, Una entrevista con Dios pareciera emular otro programa en el que Freeman también participó y que fue Una historia de Dios. Aunque el documental televisivo de National Geographic apuntaba a hechos históricos y a partir de allí al cuestionamiento de la fe frente a la diversidad de religiones, en este film el resultado son preguntas con respuestas de manual.
Por muy bonitas que parezcan, las oraciones sin fundamentos sólo alargan los diálogos que tienen ambos protagonistas (Strathairn es un gran actor que aquí está desaprovechado). La idea se sostiene por momentos pero cuando los dilemas existenciales pasan a ser personales del periodista la película pierde fuerza y cae en lugares comunes y en un mensaje motivacional que pareciera sacado de una novela barata de autoayuda.
Todas las líneas secundarias (la infidelidad en la relación amorosa o la amistad con un soldado que regresó de la guerra) no están bien construidas, y no son suficientemente importantes como para generar una crisis existencial en el protagonista. Ni hablar de que por momentos se trata de conocer un poco el pasado de Paul y sus padres, pero tampoco se extiende esa idea.