Maternidad fragmentada
En su opus anterior, Diego Lerman apelaba a la fuerza de la urgencia como línea directriz de los avatares de una mujer que procuraba huír junto a su hijo pequeño de la violencia y la desprotección en un entorno hostil. No había intencionalidad de juzgar en ese caso a Julieta Díaz en la piel de esta madre desesperada. Se puede entonces seguir un planteamiento de despojo axiológico en esta nueva incursión cinematográfica del creador de La mirada invisible, un film valiente, conciso y muy visceral donde también entran en juego las asimetrías entre dos madres, una que tiene la necesidad de sustituir un vacío producto de la pérdida y otra víctima de una necesidad que la lleva a desprenderse de su futuro hijo.
La urgencia nuevamente dispone una mirada aguda sobre la realidad de la protagonista y en eso la primera escena encierra tanto la acción como la reacción a partir de la llegada a Misiones en busca de su potencial hijo. Ella espera una señal y cuando esa señal llega deviene viaje relámpago a tierras desconocidas, pero la dilatación del regreso genera la tensión justa para que la historia avance por diferentes carriles.
Una especie de familia sondea tangencialmente el negocio del tráfico de bebés, una realidad que en provincias con enormes carencias de recursos arrastra distintas aristas invisibles que oscilan entre la necesidad de la carencia hasta los niveles de miseria humana que hacen de esa necesidad un negocio monetario. No obstante, no existe un plano en este largometraje anclado a una bajada de línea ética. Los dilemas morales, los escarceos con prácticas ilegales y un sinfín de interrogantes sin responder se quedan desplazados en un segundo plano cuando todo se concentra en la paulatina transformación de la protagonista.
Es destaclable la labor actoral de Daniel Aráoz y la española Bárbara Lennie, sin olvidar el aporte de Claudio Tolcachir, mérito absoluto de Diego Lerman que nuevamente demuestra sus condiciones de director ante cualquier reparto y su habilidad para narrar con imágenes pero con un énfasis importante en los diálogos y los modos de decir las cosas.
Seguramente Una especie de familia abra en el público el debate sobre una temática cada vez más visible que muestra sus contradicciones cuando entran en juego las instituciones y las políticas sociales en referencia a dos actores fundamentales de la ecuación: aquellos que están dispuestos a construir nuevas familias y aquellos otros que deben disolverlas o separarlas por no contar con los recursos mínimos para sobrevivir.