Una película de mentira
Una comedia romántica de enredos más (Cary Grant se revuelca en su tumba). Básicamente la historia es sobre un tipo (Adam Sandler) que quiere conquistar a una mina (Brooklin Decker) y le pide a su amiga y asistente (Jennifer Aniston), con anteojos y sin ropa sexy, que lo ayude a tejer una red de mentiras para conquistarla; pero cuando su amiga se saca los anteojos y se pone en bolas él se da cuenta que siempre estuvo enamorado de ella. Perdón por contarles esa improbable vuelta de tuerca del final. El tema es que ya no importa si la película es predecible o no, no importa si es igual a todas o no, no importa si repite incansablemente todos y cada uno de los lugares comunes y no aporta nada nuevo, todo eso es un detalle menor teniendo en cuenta que hasta las grandes películas de este género lo hacen; el principal problema es que esa historia, repetida hasta el hartazgo, parece contada sin ganas, sin una preocupación muy grande por generar enredos, por pasar de una situación a otra, todo se va dando sin sorpresas, sin conflicto, sin humor. Tampoco se puede hablar mucho de la química entre los personajes, que brilla por su ausencia, porque queda la sensación de que los errores vienen desde el guión. Quizá alguna escena genere una risa apagada, quizá la trama, puesta en piloto automático, nos retenga en la butaca (siempre y cuando nuestro cerebro esté también en piloto automático), quizá incluso no la odiemos al salir de la sala, pero lo que es seguro es que no nos va a dejar nada.
Una película menos de Adam Sandler. Se suma a las tantas películas fallidas de uno de los mejores comediantes (sino el mejor) de la nueva comedia americana, que debería dejarle este tipo de comedias románticas a Ben Stiller. Una película menos de Dennis Dugan, su director, que luego de la gran Happy Gilmore tuvo varios traspiés (aunque a esta altura una buena película sería un traspié en su carrera).
La nueva comedia americana es una usina de grandes películas y de grandes comediantes que año a año demuestran que la comedia tiene mucho camino por recorrer. Como toda gran industria a gran escala tiene productos geniales, algunos buenos, algunos mediocres y muchos malos. El gran problema es lo que llega a los cines de Argentina. Las distribuidoras utilizan una (i)lógica para elegir qué estrenar que solo ellos entienden. Estrenan películas como Una esposa de mentira y dejan afuera películas enormes como The Other Guys (Adam McKay, 2010) o Funny People (Judd Appatow, 2009). En el primer caso ya estamos acostumbrados a que nos nieguen películas del gran Will Ferrell, comediante no muy popular por estos pagos. Pero en el segundo caso el protagonista es también Adam Sandler, que hace muchas malas películas, y lamentablemente son esas películas las que se estrenan en nuestro país.